ARMENIAN QUESTION IN SPANISH AND ENGLISH

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El asunto armenio

Traducido al españolpor:9k=

A. Cengiz Büker, Dr.

¿Por qué la etiqueta “genocidio” no es conveniente?

” … en ausencia de alguna evidencia inequívoca … Los Gobiernos Británicos no han reconocido los eventos como indicios de genocidio. Ni creemos que sea un asunto de los Gobiernos actuales el de repasar unos  eventos de antes de más de 80 años …”

Baronesa Ramsay de Cartvale, el portavoz del Oficio Extranjero Británico, el 14 de abril de 1999.

Una revista y análisis del pleito acerca de los eventos de 1915

Producidas por un  multi-nacional panel de independientes investigadores de linaje europeo, americano y turco

2ª edición en abril de 2010

Es un documento en dos partes consiguientes:

Parte Iª – Revista general

Parte IIª – Un suplemento titulado “La índice de las falsificaciones y perversiones del hecho” … una letania de las perversiones de los propagandistas armenios en el Oeste

Parte Iª La revista general

contenido

1. INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………………………………………………..1

2. MOVIMIENTO ALINEADO CON EL TERRORISMO ………………………………………………………….2

3. MOVIMIENTO DE “GENOCIDIO ESCOLAR”……………….…………………………………………………..3

4. LA GRAN MÁQUINA DEL DINERO …………………………………………………………………………………….4

5. ¿QUIENES SON LOS ARMENIOS? ………………………………………………………………………………………5

6. PROBLEMAS Y ASUNTOS …………………………………………………………………………………………………..6

6.1. LA SUBLEVACIÓN ……………………………………………………………………………………………………………….6

Comparanza con la IIª Guerra Mundial …………………………………………………………………………6

La evidence documentaria ……………………………………………………….………………………………….6

La baja civil ……………………………………………………………………………………………………………….7

6.2. LA PALABIA “GENOCIDIO” ………………………………………………………………………………………….7

6.3. INTOLERANCIA Y ODIO …………………………………………………………………………………………….8

6.4. POLITIZACIÓN DE LA HISTORIA …………………………………………………………………………………….8

7. CONCLUSIÓN: LA LLAMADA A LA ACCIÓN ……………………………………………………………………8

8. EPÍLOGO ……………………………………………………………………………………………………………………………….9

9. PARTE IIª – APPENDICE: LA ÍNDICE DE LAS FALSIFICACIONES DEL HECHO ……………11

1. Introducción

Hombres de Estado y políticos en los paises Occidentales son frecuentemente acosados, por los representantes de los grupos armenios que tienen enormes masas de votantes, demandando unas resoluciones respecto a los eventos que tuvieron lugar en Anatolia de Este en los fines del siglo XIX. y en los comienzoz del siglo XX. Legisladores por lo general se sienten obligados a escuchar a esta gente y a concernir sus inquietudes de ellos. Las contribuciones a las campañas electorales juegan importante papel en estas transacciones.

Los acontecimientos históricos de los que se trata, sin embargo, son sumamente complejos. No sólo por haber ocurrido en el espacio de una cultura musulmana – lo que se estudia raramente con suficientes detalles en las universidades Occidentales – sino también es que dichos eventos acaecieron al centro de una complicada red de relaciones entre unas naciones de fondos cultural y religiosamente en gran manera diversos uno del otro.

A pesar de que los legisladores que son acercados con estas demandas no son:

  • Ni elegidos para legislar sobre eventos que ocurrieron un siglo antes.
  • Ni equipados a evaluar la veracidad de las alegaciones en cuestión.

Los legisladores, por su parte, han sido en aumento allanándose a las opiniones que les son indicados por sus constituyentes Armenios, sin interrogar ni escudriñar las cuestiones dudables, y muchos de ellos han estado acudiendo a la autoridad de un grupo de llamados “escolares de genocidio (genocide scholars)” que de repentinamente aparecieron más o menos al mismo marco de tiempo (en los 60’s) que los armenios empezaron a proclamar sus demandas alborotadamente.

Los ciudadanos norte-americanos de linaje turco informan muchos incidentes de prejuicio étnico en su vida diaria como consecuencia de aquellas campañas. Pero estos son casí por todas partes inmensamente excedidos en número por los constituyentes de origen armenio, por lo que son refrénados de reclamarse los prejuicios de los que están sufriendo. La misma situación vale por las personas de linaje turco también en los demás países Occidentales.

Los grupos armenios tuvieron enorme éxito en etiquetear sus adversarios ideológicos como “los negadores del genocidio (Genocide Deniers),” cotejándolos con “Holocaust Denier (El negador del holocausto)” de David Irving; y hay unos, que osan hasta reclamar que “hay preguntas no respondidas acerca de las cámaras de gas de los nazís.” La campaña propagativa de esta calumnia ha sido, y sigue siendo, tan exitosa que los delegados del lado turco son raramente permitidos a demostrar su tesis, y si ocasionalmente se permitieran, el caso duraría muy corto en una envenenada atmósfera de prejuicio.

El proceso legítimo y la libertad de la palabra y la presunción de la inocencia hasta la probada culpabilidad, son los primeros y principales valores de la democracia y de la jurisprudencia civilizada. Sin embargo, muchísimas veces, mientras los proponedores del presunto genocidio armenio se entregaron la rienda suelta para convencer a una masa de gente, y a los legisladores, desconocedores todas del asunto, que Turquía y los turcos son culpables de un horrible crimen de la humanidad, mientras tanto, la parte turca acusada está típicamente negando de su legal derecho de defensa propia. Los cuerpos legislativos van teniendo la tendencia de actuar tanto del fiscal que acusa como del juez que juzga… La postura partidaria pro-armenia de los legisladores puede atribuirse a las contribuciones a la campaña electoral hechas por los grupos armenios de lobby[1] bien-fundados (en los EE.UU., especialmente la Comité Nacional Armenio de América y la Asamblea Armenia de América).

Varias personalidades turcas y Turquía han repetidamente y continuamente debatido que la manera idónea para discutir y resolver discrepencias de natura histórica sería formar una  comité internacional de “eruditos”, quienes representaran Armenia, Turquía y otras naciones, donde Turquía hubiera ofrecido que las conclusiones inferidas por la dicha comité fueran obligatorias para ambas partes. La parte armenia, sin embargo, ha sólidamente rechazado participar en tal comité, estigmatizando así ya establecidamente a los turcos de “negadores del genocidio”, e insistiendo ‘a priori’ que la misma formación de una semejante comité de la indagación llegaría ya a la misma “negación del genocidio”

Es también digno de ser anotado que, siendo “el genocidio” un crimen particular y específico, sujeto a estrictos criterios judiciales, la parte armenia se ha abstenido siempre de llevar su caso a una corte de jurisprudencia internacional, como por ejemplo, a ‘La Corte Internacional de Justicia’ en la Haya, la cual es el único cuerpo competente a juzgar sobre las alegaciones del genocidio.

La razón de una tal abstención es clara: La parte armenia prefiere fiarse de una continua e insistente propaganda parcial y de una política étnica, más que correr el riesgo de probar su suerte en un tribunal de derecho, donde el proceso legal sería la regla, y donde ambas partes serán otorgadas la misma oportunidad para defender su caso cada una en igualdad.

El caso es que, en seguimiento de la I.ª Guerra Mundial, la victoriosa Inlaterra (Gran Bretaña) ha intentado proseguir a los oficiales otomanos, quienes eran tomados por responsables de las atrocidades hechas en contra a los armenios. Obrando estrechamente en conjunto con sus cohortes armenios, y fiandose principalmente sobre la información obtenida del Patriarcado Armenio en Estambul, los británicos detuvieron a 144 oficiales otomanos de rango superior, sin ninguna investigación seria, y los deportaron a la isla de Malta, para juzgarles en detención. Incluidos entre los deportados eran el Gran Visir (Primer Ministro), los miembros del gabinete, el portavoz de la Casa, los miembros del Parlamento, el Jefe del Estado Mayor General, los comandantes del ejército y los gobernadores. Los deportados fueron acusados de matanza a los armenios. Los británicos tenían acceso a todos los ‘archivos otomanos’ en Estambul, y se esforzaban con afàn a encontrar fiables evidencias de criminalidad en contra de los acusados. Exploraron hasta en los ‘archivos (norte)americanos’ en Washington D.C. y hasta pidieron ayuda a la Ministeria del Estado. A pesar de todos estos esfuerzos, ninguna evidencia legal, que pudiera ser utilizado en un tribunal, ha sido encontrado.

En referencia a los ‘archivos (norte)americanos’, la Embajada Británica en Washington hizo un informe para Londres diciendo: “Lamento informarle a Su Señoria que no había nada allí dentro, lo que pudiera ser utilizado como prueba en contra de los turcos, que están detenidos en Malta para juzgar.” Eso, a pesar de toneladas de materiales de propaganda viniendo del Embajador Morgenthau y de sus cónsules archivados en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Washington.

Decepcionados, los ingleses decidieron de no abrir un pleito, y en el 31 de octubre de 1921 les devolvieron a todos los detenidos en Malta al suelo turco.

Al mismo tiempo, el gobierno britànico tampoco ha reconocido los acontecimientos de 1915 como “genocidio” (ver la cita encima).

Además de esto, ‘La Corte Europeo de Justícia’ en Bruselas, en un juicio suyo del diciembre de 2003 resolviendo un pleito puesto por los armenios en Europa (“Euro-Armenia” y los Krikorianos), concluyó que la resolución de “genocidio armenio” pasada por el Parlamento Europeo en 1987 era una decisión “puramente política”, sin ningún fundamento legal. En la demanda de los litigantes, la decisión fue otra vez confirmada en mes de octubre de 2004.

2. Movimiento conectado con el terrorismo

El movimiento armenio que tiene el fin de hacer reconocido la etiqueta del “genocidio” no ha sido pacífico. Aunque muchos de los participantes en el movimiento son ciudadanos observantes a la ley, el movimiento por lo general dio su silencioso asentimiento y el apoyo financiero a una serie de actos criminales perpetrados por la organizacion terrorista ASALA[2] y JCAG[3] contra los funcionarios civiles turcos, en el período entre los años 1973-1991. Los dos periódicos de ARF “Armenian Semanal (Semanario Armenio)” y “Asbarez” dieron su lleno soporte editorial a los actos terroristas de JCAG y el “Armenian Mirror-Spectator (Espejo Armenio-El Espectador)”, una publicación con vínculos a la Asamblea Armenia de América, ha imprimido artículos justificando el asesino de los funcionarios por los grupos terroristas armenios. Los gastos para la defensa legal de la mayoría de los detenidos terroristas ASALA se pagaron por unos comités financiados por las prominentes asociaciones armenias. Varios prominentes “eruditos” armenios y pro-armenios, incluyendo al Profesor Richard G.Hovannisian de UCLA[4] y Gerard Libaridian en los EE.UU y Jean-Marie Carzou, Gérard Chaliand y Yves Ternon en Francia, quienes sirvieron de testigo por los terroristas en sus procesos.

Un total de 110 actos de terror fueron realizados  por terroristas armenios en 38 ciudades de 21 países incluso los EE.UU. Treinta y nueve de estos actos fueron ‘armados ataques’, setenta de ellos fueron ‘atentados con las bombas’, y uno fue una ‘usurpación’. Cuarenta y dos diplomáticos turcos y ciudadanos extranjeros fueron matados en estos ataques, mientras 15 turcos y sesenta y seis ciudadanos extranjeros  fueron heridos.

Otro acto planeado del terrorismo fue realizado por Murat Topalian, el ex-presidente de ANCA[5], el brazo preminente del vestíbulo [lobby] armenio en los EEUU. Este Sr.Topalian fue juzgado y condenado a tres tres años de cárcel por un tribunal de Ohio en el año 2001.

Estos actos no fueron abiertamente condenados por ‘el movimiento’, el cual purocuró fondos para la defensa legal de algunos autores y abiertamente trató a otros como héroes. Otro terrorista ASALA, Varadian Garabedian, recibió la bienvenida de uno de los  héroes calientemente en Yereván (Ereván / Eriván) sobre su liberación de una prisión francesa en 2001. La propaganda anti-turca del gobierno antes de las violencias de ASALA les dio algún nivel del prestigio y les compró mucho tiempo y mucha tapa necesitada. Esto, además les dio la potencia de intimidar a los disidentes – todo en una época cuando el acercamiento del Oeste al terrorismo era caracterizado por el candor del mundo antes de 9 / 11.

En 1977 bombardearon los extremistas armenios la casa fuera del campus de la ciudad universitaria de UCLA profesor de historia Stanford Shaw, quien, después de haber estudiado los archivos turcos, habia tomado el comportamiento sostener que no había ninguna tentativa ni intención genocidal para con los armenios.

3. Movimiento de “Erudito Genocidio”

La subida del movimiento de “Erudito Genocidio” en la cuestión armenia coincidio mas o menos con la subida virulenta de demandas del “diáspora armenia” en el Oeste. El movimiento nació por gran parte gracias a los esfuerzos de unos individuos más bien que al combinado esfuerzo de los establecidos institutos académicos. Ademas de esto, siendo no parecido a las reuniones hechas en los establecidos instituciones académicos, las tramitaciones de los “eruditos de genocidio” se conducen detrás de las puertas cerradas. Los individuos que discrepan con ellos de su tesis no son bienvenidos. Su proceso de ellos no es transparente, y ellos no hacen cumplir uniformemente los estándares  reconocidos del rigor académico.

El hábito del movimiento de atacar la integridad y el carácter de sus opositores ideológicos considerados ‘negadores del genocidio’ no se conforma con los estándares académicos, los que requieren pruebas documentales y la objectividad, y no permite ataques personales y subjectivos contra la integridad de los oponentes de uno, lo que juega un papel importante en las debates y discusiones. Además su censura a sus opositores ideológicos apodándolos de ‘negadores del genocidio (Genocid Deniers)’ mete prácticamente a todos los eruditos turcos en una definitiva condena, como si fuera el asunto un caso ya establecido, ya la aplastante mayoria de los turcos siente muy fuertemente que no es justo ni equitativo el de sellar los eventos en cuestion con una etiqueta establecida de “genocidio”

Hasta actualmente el movimiento de ‘Genocide Scholar (erudito del genocidio)’ ha intentado evitar el estigma de ser etiquetado como “racista” persiguiendo una estrategia de tres alternativas de la estrategia:

  1. Toda la retórica se dirige al gobierno turco, sosteniendo que esto no es la gente turca, sino el gobierno que es culpable del ‘desmentido del genocidio’. Así con especial cuidado tomado para tratar a los turcos como una gente lavada el cerebro por su gobierno; mientras, en realidad, por supuesto, todos los turcos, como una raza, están siendo presentados como el mismo autor del delito.
  2. Se reclama que los autores del “genocidio” eran los turcos otomanos y no el gobierno turco actual… que no tiene que tomar la ofensa.
  3. La teoría de los ‘negadores inocentes’, desarrollada por Israel Charny, el portavoz del movimiento, es una tentativa escasamente velada para evitar la responsabilidad del racismo. Según esta teoría, enormes grupos de personas, aunque estén ‘negando’, son todavía ‘inocentes’ en virtud de su propio ‘inconsciencia’ de que ellos mismos están cubriendo el ‘genocidio’. Usando tal argumento, Charny nos haría creer que él no está condenando a un grupo étnico entero, (es decir, a la gente de la ascendencia turca), y así evitar el epíteto ‘racista’. La última vez que habíamos visto que se hablaba sobre una raza entera fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los Nazis sostuvieron que, aunque algunos judíos parecieran ser bien, y trataran de ser bien, no podían menos de ser malos sin embargo. Así y todo, discutieron los nazis, que esto estaba en su sangre el de hacer mal.

La respuesta del movimiento de “erudito de genocidio (Genocide Scholar)” a la declaración de unos 69 académicos (norte)americanos publicado en varios periódicos principales en 1985 nos anuncia bien su ‘modus operandi’ de los de este movimiento. Las más grandes publicidades aparecieron en los periódicos New York Times y Washington Post el 19 de mayo de 1985, firmada por 69 eruditos americanos que eran especialistas en el turco, en el otomano y en estudios de Medio Oriente, oponiéndose al uso de la etiqueta de ‘genocidio’ en cualquiera resolución de la ‘Unión de Casa (House Joint)’, entonces antes del Congreso Estadounidense. Pero, en vez de debatir abiertamente la cuestión, el movimiento de los ‘Eruditos de Genocidio” emprendió inmediatamente un esfuerzo para desacreditar a estos académicos en varias tierras, insinuando que algunos de ellos pudieran haber sido corrompidos habiendo recibido subvenciones de investigación del gobierno turco, etc. Sin cualquier debate académico, los signatarios fueron intimidados luego, y unos perdieron sus posiciones académicas. (La declaración de los 69 académicos americanos fue apoyada más tarde en una declaración firmada por 120 académicos turcos el 23 de abríl de 2001).

No más puede tolerarse este modelo constante de despiadados ataques subjectivos y personales por los ‘eruditos de genocidio’ contra la integridad y contra las calificaciones profesionales de sus oponentes ideológicos.

Una lista parcial de los eminentes e intelectuales eruditos extranjeros que no se suscriben a la caracterización de ‘genocidio’ está dada en la 2ª parte (Apéndice)

4. La Gran Máquina de Dinero

Una máquina bien engrasada guarda la ‘causa armenia’ viva a base cotidiana. Para un excelente informe estadístico de detalle sobre los ‘vestíbulos (lobbies)’ armenios, vean “Divididos Triunfan Ellos: El Éxito de los Vestibulos Étnicos Armenios en los Estados Unidos” por Heather S. Gregg[6]. Dos grupos de vestíbulo étnicos armenios competidores en Washington, el Comité Nacional Armenio de América (ANCA) y la Asamblea Armenia de América (‘La Asamblea’), levantan enormes sumas del dinero y manejan un extraño nivel de la influencia política en Washington D.C. Su influencia política de ellos dos excede a su tamaño en términos de ingreso. Es significativo de notar que la retórica que proviene de los adherentes de estos dos grupos de cabildeo se caracteriza por un obvio nivel de discurso de odio dirigido hacia los turcos por lo general y hacia el gobierno turco en particular – conectado con una campaña de difamación contra los historiadores que discrepan con su análisis acerca de los acontecimientos de 1915. Este institucionalizado odio étnico ha sido una “causa” para esta gente. Sabiendo lo que sabemos acerca de la desesperada necesidad de una reforma de elección en el político sistema (norte)americano de hoy día, no tendríamos que estar sorprendidos cuando informemonos que el nivel de la interrupción causada por estos vestibulos (lobbies) armenios en los Estados Unidos están tambaleándose.

5. ¿Quienes son los armenios?

Los armenios son una gente cristiana cuya historia regresa hasta los siglos más tempranos del cristianismo. De todos los patriarcados antiguos del cristianismo, los armenios tienen la diferencia de ser el único se ha desarrollado y evolucionado fuera del antiguo Imperio Romano. Todos otros antiguos patriarcados, como el de Alejandria, el romano, el griego, el de Jerusalén y el sirio, se han desarrollado y prosperaron – hasta la subida del Imperio Árabe – dentro de los límites del Imperio Romano. Vale notar que la adopción del cristianismo como la religión bajo Constantino I.º el Grande en 325 a. de J.C. fue precedido por un parecido acontecimiento – carente cualquiera conexión política o social – en Armenia, donde el monarca, Triadates, se había convertido sólo dos décadas antes, trayendo en efecto toda la población del país consigo.

Aunque los armenios hubieran sido de vez en cuando una parte del Imperio Romano, no había habido ningún período prolongado en la era pre-árabe, durante la cual fueran sujetos plenos del Imperio Romano. Así que, las fuerzas políticas y el clima social, que a veces influían el desarrollo de la doctrina de la Iglesia Católica, eran diferentes en la Iglesia Armenia. Los obispos armenios, sin embargo, se hacían presentes en la mayoría de los principales consejos de la Iglesia, hasta también en el consejo niceno, y participaron son sus pares en las deliberaciones. Las grandes Controversias de Iglesia del siglo V.º causaron con los armenios tal que estos permanentemente rechazaban el ‘control eclesiástico’ tanto de la de Roma como de la de Constantinopla.

Aunque fuesen cristianos, los armenios, desde muchos puntos de vista, permanecieron separados del Oeste durante más de mil anos, bien mas allá de la Edad Media. Eran una minoría protegida cuando el ‘Imperio Otomano’ estaba en su altura. A este tiempo Europa estaba temblando de miedo ante el avance de los ejércitos otomanos. Y los armenios eran uno de los muchos elementos del ‘Gran Estado’. Pero, al comenzar el Imperio Otomano a disminuir en los siglos XVIII.º y XIX.º y cuando las ‘grandes potencias’ de Europa y la ‘Rusia Santa’ previeron el inminente colapso del ‘hombre enfermo’ de Europa, les descubrieron de nuevo  los cristianos del Oeste a los armenios; y no sólo como compañeros cristianos hace mucho tiempo perdidos, sino también como unos potenciales contactos amistosos en un territorio que estaban aspirando a conquistar y compartir entre sí.

Este redescubrimiento, con el acompañamiento de unos motivos mezclados, debería tener consecuencias desafortunadas para los armenios cuando llegara la hora del colapso final del Imperio Otomano con aquella guerra que ahora llamamos la ‘Gran Guerra’.

Estos cristianos recien descubiertos fueron vistos no sólo un futuro aliado para ayudar a obtener ambiciones territoriales, sino también como prosélitos potenciales. Los misioneros protestantes fueron hechos pasar, dondequiera que fuera posible, para persuadir a los novicios a convertirse del pliegue armenio, mucho tiempo separado a las doctrinas de los ‘reformadores protestantes’ que habian cambiado tanto la textura del ‘Cristianismo Occidental’ durante el intervalo de separación, quienes fueron seguidos pronto por los misioneros católicos, – cuyos esfuerzos todos deberían ser apoyados por un nivel claramente alto del apoyo de sus respectivos gobiernos.

Pero aunque los armenios aceptaban con mucho entusiasmo las nuevas ideologías Occidentales – en particular la de la nacionalismo -, los esfuerzos diligentes de los misioneros no resultaron con tan gran número de conversiones como ellos habían esperado. La mayor parte de los armenios permanecieron atados a la “Iglesia Armenia Ortodoxa”

En siglo XIX.º había casi 2.000 misiones religiosas extranjeras en Anatolia, que llovían a cántaros de los Estados Unidos, del Reino Unido, de Francia, de Alemania, de Austria, de Italia, etc. Aparentemente estaban estableciendo unas instituciones educativas, pero en realidad se implicaban en las vidas de los armenios, y les surtían el efecto de separarse de los turcos. Pruebas documentales muestran que las escuelas misioneras habían desempeñado un importante papel en la formación de la actividad revolucionaria armenia.

6. Problemas y cuestiones

Podemos hablar ahora de los fundamentales problemas y de las cuestiones que surgen con el uso de la etiqueta ‘genocidio’ para los acontecimientos de 1915.

6.1. La sublevación

Comparación con la Guerra Mundial II.ª

La insistencia armenia en la etiqueta de ‘genocidio’ evidentemente no hace caso del papel muy serio desempeñado por la ‘sublevación armenia’ y la provocación acompañante en la hora de peligro. A diferencia a la ‘experiencia (norte)americana’ en la Guerra Mundial Segunda, durante la cual los civiles americanos no eran los objetivos de la violencia. La actividad rebelde armenia en los tantos años hasta 1915 implicó muchos casos de matanzas deliberadas de los turcos musulmanes (y algunos judíos) civiles. Los líderes militares armenios, envalentonados por el apoyo que recibían de los poderes Occidentales y de Rusia, eran tan atrevidos y confidentes de la victoria que, abiertamente informaron a los turcos que no tomarían el partido de ellos en la guerra inminente, sino en vez apoyarían al enemigo, es decir a Rusia Imperial[7], en el caso. Tal traición, una verdadera traición, fue dirigida mismo contra el estado, es decir contra el Imperio Otomano, en cuyo seno los armenios habían estado viviendo en paz durante tantos siglos, subiendo muchas veces individualmente a prominentes posiciones en gobierno, hasta al nivel del gabinete, y en el comercio.

Pruebas documentales

La lucha, o la rebelión, de los militantes armenios contra los turcos no fue admitida por nadie, excepto a Boghos Nubar Pacha, la cabeza de la delegación armenia en la ‘Conferencia de Paz en París’ en 1919, y por Hovhannes Katchaznouni, el primer Primer Ministro de Armenia[8] en un manifiesto[9] entregado en la convención de la Federación Revolucionaria Armenia (ARF=Armenian Revolutionary Federation) sostenida en Bucarest, Rumania, en 1923. Como notado antes, durante le guerra los Rebeldes armenios eran muy valientes y confidentes de la victoria, ya que las ‘Grandes Potencias del Oeste’, es decir, los ‘Poderes Cristianos’ les prometían su propio pedazo del Imperio Otomano “pronto para ser tajado”, lo que quería decir ‘un Independiente Estado de la Nación Armenia en Anatolia del Este’.

Después de que la guerra ya se había terminado, los mismos rebeldes exigieron muy en voz alta que cumpliesen los ‘Poderes Occidentales’ sus promesas y les cedieran su propio estado de la Nación Armenia. En un documento de 40 paginas[10] presentado a la conferencia de Paz en París en 1919, y todavía existente en inglés, sostuvieron que esto era su derecho debido de su conducta como “voluntarios armenios y soldados … luchado al lado de los Aliados … en todos los frentes”. Proporcionaron de la misma manera tantas pruebas larguísimas de su complicidad contra su propio gobierno, por la que exigían que los Aliados les paguasen estas tierras. Pruebas similares fueron presentadas en aquel libro titulado ‘¿Por qué Armenia debería ser libre? – El papel de Armenia en la guerra presente’, publicado en Boston en 1918. Contra el telón de fondo de tal documentación, y a pesar de tanta prueba, es lo mas embarazoso ver a los modernos legisladores Occidentales hablar de un ‘genocidio’ armenio en 1915. Claramente, tal legislación no hace caso de las muertes de no combatientes musulmanes civiles, contando sólo las muertes de civiles cristianos (armenios). Ella no hace caso tampoco de los actos pérfidos de los rebeldes armenios.

Bajas civiles

La acusación de ‘genocidio’ aparentemente no hace caso de la sublevasión, de la traición y de la provocación de los militantes armenios que se habían armado para conspirar con los poderosos enemigos del país que invadían el territorio otomano. Tal colusión planteó un gran peligro militar no sólo a los ejércitos otomanos en los frentes del Este y del Sur, sino también a poblaciones grandes de civiles inocentes.

Los archivos además muestran inequívocamente que casí 524.000 turcos (y algunos judíos) fueron masacrados por rebeldes armenios fuertemente armados en las provincias del Este del Imperio Otomano, durante 1910-1922. Las cuadrillas masacraron también a los civiles armenios locales que no cooperaron. Pruebas documentales tomadas directamente de las fuentes armenias y de los periódicos estadounidenses contemporáneos muestran que los armenios ricos fueron obligados por el Partido Armenio Principal, el Dashnak, a contribuirse económicamente al esfuerzo revolucionario. Y muchos fueron matados – a menudo en público – para rechazar rendirse a la extorsión.

6.2. La palabra ‘genocidio’

En las palabras de un escritor reciente, esta palabra “evoca comparaciones implícitas con el nazi por delante”, y estas imágenes en el uso popular ineludiblemente firma las deliberaciones de instituciones cívicas y políticas en la pregunta de ‘genocidio’. Irónicamente, los armenios vivieron pacíficamente durante siglos con turcos mientras los judíos europeos vivieron en una atmósfera de animosidad en sus comunidades. Los turcos dieron la bienvenida también a los Judíos Sefarditas que fueron perseguidos en España en el siglo XV., lo cual es exáctamente lo que hace la acusación de ‘genocidio’, originando del Oeste hacia los turcos, así insultando e intolerable.

Cómo indicado encima, el problema armenio comenzado cuando los elementos revolucionarios entre los armenios, que estaban animados por poderes cristianos con ambiciones territoriales en el territorio del Imperio Otomano, el cual estaba sufriendo un colapso, emprendieron un camino que, por consecuencia, lanzó toda la región dentro de una gran confusión, lo que provocó un conflicto que rápidamente creció y salió fuera del control, poniendo en grave peligro a un sector grande de la población armenia, precipitando así la ‘gran tragedia armenia’ de 1915. Los musulmanes sufrieron también mucho en grandes números. Las masacres de los musulmanes por cuadrillas armenias, que comenzaron bien antes de los acontecimientos de 1915, ascendieron hasta la ‘limpieza étnica’.

Como los judíos no hicieron nunca lo que los elementos militantes armenios cometieron en sus comunidades, es completamente deshonesto de comparar, directa- o indiréctamente, el holocáusto con la tragedia armenia 1915.

6.3. Intolerancia y odio

Las acusaciones de ‘genocidio’ por los armenios, y su despiadada campaña contra Turquía, han criado en el Oeste una atmósfera de prejuicio y animosidad hasta también hacia los turcos de hoy día. Los turcos a menudo se sienten discriminados y no deseados. Están vastamente superados en número, y se hacen objetos de difamación y calumnia. Como tal, los turcos son reacios a defenderse contra los cargos que ellos ven como evidentemente prejuzgado e injusto.

Los turcos, sin embargo, han recientemente comenzado hablar claro. Todos nosotros, seamos americanos o seamos europeos, deberíamos rechazar permitir que esta manifesta injusticia persistiera en nuestro medio. Nosotros en el Oeste hemos determinado adoptar una actitud contra la intolerancia y contra al odio en todas las formas. Aún, lo mismo existe en nuestro suelo y en nuestras legislaturas, lo que permite que esta campaña de odio prospere. Esto sí tiene matices religiosos claros, muestra una indiferencia para estandares de la integridad, y afecta claramente relaciones globales del modo más negativo.

Si fallamos en actúar, no podemos evitar la responsabilidad de ser cómplice en una campaña como ésta.

6.4. Politicización de la  historia

Como los turcos casí nunca son oidos en el Oeste, declaraciones en cuanto a lo que paso antes, durante y después de la Primera Guerra Mundial no hacen camino de ninguna manera a un debate. La mayoría, y los cuerpos legislativos, simplemente asumen que los armenios fueran víctimas del genocidio. A los armenios, este es completamente conveniente, pero la realidad consiste en que los historiadores son generalmente mucho más circunspectos en sus juicios. Los políticos, bajo la presión de distritos electorales poderosos, introducen cuentas que reconocen ya el ‘genocidio armenio’, mientras muchos eruditos entendidos no comparten con tal conclusión.

Igualmente inquietante, cuando los cuerpos legislativos pasan tales resoluciones, al lado turco no se le es concedido el derecho de la defensa propia.

La historia debería ser normalmente dejada a los historiadores. Pero en la cuestión armenia la historia es convertida en un instrumento político, y la campaña de defamación de acompañamiento tiene el efecto de intimidar a los historiadores contrarios al silencio. Por consiguiente, la verdad sufre, y los estandares del saber de la historia en el Oeste son degradados de una inexcusable, y una muy embarazosa, manera.

7. Conclusion: La llamada a la acción

Claramente, la decisión del gobierno de trasladar los armenios en los días de la mengua del Imperio Otomano fue emprendida en la hora de extremo peligro, desesperación y caos que lindaba con la anarquía. Era una decisión en respuesta a la rebelión armenia, dictada por preocupaciones de seguridad nacional en un tiempo de grandes peligros. Sería ciertamente erróneo de despedir tantas pruebas históricas aplastantes y acusar falsamente a los turcos de la malicia hacia el pueblo armenio debido a su pertenencia étnica o religiosa. Con la excepción de unos líderes escogidos en Estambul, los armenios (aproximadamente 200.000) en la parte Occidental de Anatolia fueron en gran parte eximidos de las órdenes de traslado. La gran mayoria de los armenios trasladados murió por consecuencia de la depravación, del hambre y de la enfermedad durante el tiempo de la guerra, mientras las matanzas sufridas por los turcos en el lado musulmán eran igualmente horrendas.

Las fuentes armenias certifican que durante su efímera República Democrática Armenia (desde el 28 de mayo de 1918 hasta el 2 de diciembre de 1920), 195.000 de los aproximadamente un millón de armenios en Armenia murieron del hambre y de las epidemias. Estas muertes dramáticas son falsamente achacadas también a los turcos y no a sus propios líderes revolucionarios armenios, que posteriormente se escaparon a países Occidentales después de haber causado tantas catástrofes que ellos mismos habían infligido a su propia gente.

Ningún tribunal ha afirmado una etiqueta de ‘genocidio’ para los acontecimientos 1915, y de hecho, el lado armenio no se ha atrevido nunca a llevar sus reclamaciones a algún tribunal internacional. No hay tampoco ninguna resolución de Naciones Unidas que reconozca los acontecimiento 1915 como un ‘genocidio’. Al examinar las pruebas históricas, se ve claramente que la actividad revolucionaria armenia, o la sublevasión armenia, es la misma causa que había incitado las ordenes de traslado 1915. Este movimiento, de la sublevación, había comenzado décadas antes del traslado 1915, y provenido de un deseo de ‘reconquistar’ las tierras que los armenios consideraban de ser ‘sus propias tierras’, donde, sin embargo, ellos eran siempre una minoría.

Un observador imparcial confesaria acerca de los acontecimientos que el movimiento actual para el reconocimiento de una etiqueta de ‘genocidio’ para la tragedia de 1915 no fuera de nada de una actitud humanitaria que sus promotores querrían hacernos creer. En cambio, es una deformación deliberada de los hechos históricos, que cria consigo unas frutas malevolas como la animosidad étnica, el terrorismo, la difamación, la intimidación y la interrupción de los procesos políticos legítimos en las sociedades Occidentales.

Les rogamos a los recipientes de este documento a tomar todas las medidas en su poder para asegurar que ningún apoyo adicional sea dado a un movimiento tan dañoso y engañoso.

8. Epílogo

La mayoria de los armenios, tanto dentro de Armenia como la diáspora fuera, vive hoy en un mundo surrealista de desconfianza, de animosidad y hasta de odio, un odio dirigido hacia en contra de los turcos. Todos sistemáticamente adoctrinados y acondicionados para ser anti-turco desde la infancia en adelante en sus familias, en las escuelas, en las iglesias y en comunidades completamente cerradas e introvertidas; tanto que así se vuelven en unos ciudadanos intolerantes en la sociedad, en la que viven. Tal intolerancia repugna la armonía racial y étnica.

Ninguna nación en la historia ha podido evitar unas experiencias traumáticas, algunas afectando hasta llegar a vida y muerte. Pero la mayor parte de estas naciones dejan a un lado todos estos agravios históricos que sufrieron, justificados o non-justificados, toman el pasado por pasado y miran avanzadamente al futuro para una co-existencia fructuosa y pacífica con otras naciones. Pero no es así, por lo visto, con los armenios. Los líderes de los armenios revolucionarios ejercen todavía una influencia significativa sobre la mayoria de los armenios que viven tanto en Armenia como por otras partes del mundo, en forma de la diáspora.

La historia del mundo está llena de conflictos trágicos. La Primera Guerra Mundial consumió las vidas de unas más de 15 millones de personas, y la Segunda, unas más de 70 millones. Sin embargo, muchas naciones, incluyendo a los turcos, embrolladas en tales conflictos transnacionales prefieren vivir en paz con todos incluyendo con sus antiguos adversarios. Unas han forjado confiables tratados y alianzas. Para tener un mundo en paz se requiere tal perseverancia y actitud.

La tendencia Occidental de contar repetidamente sólo el número de las vidas cristianas, y minimizar o desatender las vidas civiles turcas como si fueran indignas, resulta especialmente mortificante a los turcos actuales. Durante las Guerras Balcánicas en los años 1912-1913, por ejemplo, los musulmanes civiles, que no eran combatientes, estaban, desde muchos puntos de vista, bajo unas condiciones muy similares a las de los armenios civiles afrontados en Anatolia en 1915. Indecibles números de musulmanes sufrieron de unas crueldades horrorosas y murieron en su “viaje difícil al Este” durante las dichas Guerras Balcánicas. No obstante, nadie en el Oeste habla de una “Gran Tragedia Turca” durante los años 1912-1913.

Y tan recientemente como 1992, aunque las tropas armenias mutilaron y mataron a los indefensos civiles Azeríes (étnicamente turcos) bajo unas condiciones inhumanas en Khojaly (Nagorno-Karabagh), ninguna legislatura Occidental pasó cualquier ‘resolución’ sobre esta trágica parodia. Ni tampoco había cualquier protesta suficientemente clamorosa notable en los medios Occidentales.

Y ¿el Oeste? ¿Se siente el Oeste cómodo con estas diferentes aplicaciones de estandar de la moralidad distinguidas una de la otra según la religión y según la pertenencia étnica?

La pregunta a la que los armenios deberian preguntarse a sí mismos sería: ¿Por qué no pueden dejar la historia en paz y pensar en vez con mucha ilusión en relaciones amistosas con sus pretéritos adversarios históricos? Los acontecimientos en cuestión han pasado casí un siglo hace ya. Pero los armenios, en cierto modo, todavía viven en el pasado. Promueven su campaña de la difamación con un irremediable sentido patólogico de venganza. Los turcos están listos para afrontarse con su historia, con tal que también los armenios se afronten con su propia. Los turcos están listos para dejar a una comisión conjunta de los historiadores especializados sobre la tema, para estudiar el pasado y juzgarlo, si se lo necesita, con tal que los armenios también deseen lo mismo.

Los esfuerzos de propaganda que alcahueteen a las simpatías religiosas y étnicas y a las resoluciones unilaterales en unos cuerpos legislativos no objetivos, sin embargo, no resolverían nunca las disputas históricas. Mientras, pero, la franqueza y el diálogo sí.

Aparte de los ciudadanos turcos del origen armenio, que disfrutan completamente de todos los derechos de la ciudadania de Turquía, hay hoy día aproximadamente 100.000 armenios indocumentados de Armenia, quienes están viviendo y trabajando en Turquía, y practicando libremente su fe. ¿No deberia decir mucho este hecho acerca de la tolerante y fraternal aceptancia de los turcos a los armenios? ¿Y de su perspectiva en cuanto a la historia? La mayor parte de los dichos armenios indocumentados entraron en un visado de 90 dias sin ninguna intención de volver. Mientras, uno deberia presionarse mucho para encontrar una única familia turca que vive en Armenia, donde las publicas incineraciones de bandera, es decir de la bandera turca, son con regularidad toleradas.

9. Parte II.ª – Appéndice: Índice de las Falcificaciones del Hecho

Contenido

1. SOBRE ESTE ÍNDICE ……………………………………………………………………………………………………11

2. USO CONTINUO DE PROPAGANDA DE TIEMPO DE GUERRA COMO FUENTES HISTÓRICAS …………………………………………………………………………………………………………………………..12

2.1. LA HISTORIA (El Cuento) DE MORGENTHAU……………………………………………………12

2.2. EL LIBRO AZUL ………………………………………………………………………………………………..13

3. OMISIÓN INTENCIONAL DE PARTES CLAVES DEL « CUENTO »………………………….14

3.1. ESTE CONTEXT HISTORICO…………………………………………………………………………………14

3.2. CIRCUNSTANCIAS QUE ASISTEN AL TRASLADO ……………………………………………………..14

3.3. LA JUGADA MORTAL ………………………………………………………………………………………..15

4. USO CONTINUO DE ANCIANAS HISTORIAS DE GUERRA ………………………………………16

5. USO DE LOS DOCUMENTOS FALSIFICADOS …………………………………………………………..16

6. LA CITACIÓN “HITLER” ……………………………………………………………………………………………16

7. REPRESENTACIÓN DE LA ETIQUETA DE “GENOCIDIO” COMO UNA HISTORIA “YA COLOCADA”………………………………………………………………………………………………………………………….17

1. Sobre este ‘índice’

Este ‘indice” es la segunda parte de una perfiladura de documento de dos partes y análisis de los acontecimientos de 1915 en Anatolia de Este. En el contenido de este índice ponemos una lista de algunas falsificaciones, en cuanto a los acontecimientos de 1915, de los propagandistas armenios en el Oeste, incluyendo también una discussión correctiva.

2. Uso continuo de propaganda de guerra como fuentes historicas

Los propagandistas armenios a menudo citan de los dos fuentes en particular: La una es ‘La historia del Embajador Morgenthau’ y la otra ‘El libro azul británico” preparado por el estudiante de graduado el jóven Arnold Toynbee. Al laico no informado, estos documentos tienen el aspecto de unas fuentes históricas confiables. Pero desde el punto de vista de los historiadores competentes hay serios problemas con estas, dichas, fuentes.

  • El problema el más deslumbrante con el continuo uso y abuso de las dichas dos fuentes es que con esta conducta se está violando uno de los fundamentales principios de la investigación histórica: que las fuentes solas no pueden ser vistas fuera del contexto de toda la documentación primaria que tiene que ver con el sujeto. En otras palabras, si las aplastantes pruebas de otros hechos conocidos y unos otros documentos lancen una o dos de las fuentes en la duda, la discrepancia esta debería ser reconciliada. Ambos de los dichos documentos son muy bien conocidos, con el testimonio de los mismos autores, por haber sido preparados como una ‘propaganda de guerra’ para asegurar la entrada de los Estados Unidos mismos en el lidio. Este hecho, por sí mismo, no necesariamente los acusa, pero cuando visto junto con todas pruebas restantes, parece claramente que tienen poco valor como ‘archivo histórico’, sino deberían ser, en cambio, considerados principalmente como ‘documentos de la propaganda hechos en tiempo de guerra’.
  • Aquellos que han visto la guerra como la primera mano describen su crueldad, inhumanidad e injusticia. Casí cualquier guerra, cuando visto por los ojos de un lado solo, pudiera parecerse a un “genocidio”. Tanto la Historia de Morgenthau como el Libro Azul Británico ambos son muy aparentes ejemplos de documentos unilaterales. Los historiadores respetables los ven como tener, a lo más, un valor muy limitado para entender los acontecimientos de 1915, pero cuando presentado a un público no iniciado ellos producen el efecto de un cuadro sumamente deformado y erróneo de aquellos acontecimientos.

2.1. La historia de Morgenthau

El Embajador estadounidense Henry Morgenthau tenía un hábito de guardar un registro escrupuloso de sus actividades diarias por escrito. Tenemos sus diarios siendo una extensa documentación de tantos acontecimientos de su vida diaria. Su libro de 1918, “La historia del Embajador Morgenthau“, que al principio había aparecido como una publicación mensual en una de las revistas entonces más conocidas de EEUU, titulada ‘El trabajo del mundo’, cuya circulación era: 120.000 y la dicha historia se leía como una novela de aventura. Todo ello fue una tal sensación que no sólo desempeñó un papel principal en la adoptación del apoyo público para la entrada de los EEUU en la guerra, sino hasta recibió una oferta de película de Hollywood, lo que Morgenthau rechazó por la incitación del presidente Wilson. Pero cuando ‘las historias’ en su libro fueron comprobadas contrarias a su diario y a otros archivos personales, el valor del trabajo como una fuente histórica ha sido por completo destruido.

Además, el libro mismo está tan caracterizado por un significativo número de cláusulas antiturcas que no son nada menos que racista – un elemento que era necesario para el valor propagandístico. En este libro los turcos se retratan como una raza inferior, reflejando el espiritú maligno de Alemania. Uno de los principales temas del libro es la presentación de una serie de relatos que describen el ‘gobierno central’ como si este hubiera tenido una conspiración planeada para exterminar sistemáticamente a los armenios. Pero aún si desatenderíamos muchos otros problemas obvios con el libro de Morgenthau, sí que ya hay bastantes problemas irreconciliables con estas historias, por ejemplo:

  • ¿Por qué es que hay tantas innumerables comunicaciones, todavia existentes en el original, viniendo de este mismo gobierno (otomano) y advirtiendo que alguien que molestara a los armenios deportados o quien dejara de protegerlos suficientemente sería severamente castigado? ¿Por qué eso?
  • Si el gobierno (otomano) hubiera tenido una conspiración para exterminar a los armenios, ¿por qué está allí tanta documentación que mostraba que el mismo gobierno había castigado, y hasta ejecutado en muchos casos, a las personas que consideraba culpable de masacrar a los armenios inocentes?
  • Si el gobierno de veras hubiera querido exterminar a los armenios, ¿por qué les había ofrecido ‘autonomia’ el agosto de 1914 en Erzurum – una oferta que los armenios de pronto rechazaron?

Las descaradamente estridentes acusaciones armenias contenidas en el libro de Morgenthau están rechazadas por su sucesor, el Almirante Mark Bristol, quien había servido de comandante en el Ministro Naval estadounidense en las aguas turcas y de el Alto Comisionado estadounidense a Turquía durante los anos 1919-1927. Basado sobre sus observaciones de la primera mano en la región, Bristol llamó los informes armenios falsos que circulaban en Estados Unidos un ‘ultraje’. Sus escriturás estan contenidas en ‘Cartas de Bristol’ en la Biblioteca de Congreso. Pero es que los defensores de ‘genocidio’ cómodamente no hacen caso o evitan cualquier referencia a las escrituras de Bristol.

En 1990 Profesor Heath Lowry de la Universidad de Princeton caracterizó la Historia del Embajador Morgenthau como un registro de “medio-verdades crudas y cabales falsedades absolutas”.

En resumen, el diario de Morgenthau se considera generalmente como una fuente histórica interesante por ambos lados, el cual expone, sin embargo, claramente que su libro del Embajador es nada más que una simple pieza de propaganda.

2.2. El Libro Azul

Una segunda fuente que es continua- y repetidamente usada por los propagandistas armenios es el ‘Libro azul’ británico, publicado en 1916 principalmente con los esfuerzos de Arnold Toynbee, quien era entonces un estudiante graduado. Pruebas abundantes existen para mostrar que la intención del gobierno británico en la producción del este ‘libro azul’ era conseguir la entrada de los Estados Unidos en la guerra, y no era entregar una representación completa de lo que pasaba en Anatolia del Este de entonces. Otra vez digamos que, este hecho, por si mismo, no necesariamente acusa el trabajo. Sin embargo, hay varios problemas con el uso de este documento como una fuente histórica que certificara la etiqueta de ‘genocidio’:

  • Al contrario de las aseveraciones de propagandistas armenios, el ‘libro azul’ no contiene ninguna prueba que demuestre que el gobierno turco fuera responsable de las masacres descritas allí. La atmósfera de la quasí-anarquía y la animosidad local que proviene de la depravación de los revolucionarios armenios, en cualquier caso, dirigiría al militar a tal conclusión.
  • Al contrario de los aseguramientos del co-escritor el señor Bryce, que la mayor parte de las historias en el ‘Libro azul’ hubieran venido de ‘testigos oculares’, la mayor parte de las pruebas presentadas en este trabajo son, al contrario, pruebas de unos rumores indirectas.

Cinco años después de compilar ello, Toynbee visitaría Turquía, relataria en su informe el profundo choque que vive al ver los casos de crueldad y barbaridad perpetradas por los griegos contra los turcos musulmanes en Anatolia Occidental, y luego revelaria que habia sido completamente ignorante de la provocación armenia en Anatolia del Este.

3. Omisión intencional de partes claves de la historia

3.1. Este contexto histórico

El traslado de los armenios, el acontecimiento que marca tan gran sufrimiento y tanta perdida de vidas, ha ocurrido en el año 1915. Antes de contar este relato se nesecita recordar que 1908 era el año del movimiento de los ‘Jóvenes turcos [en francés: (Les Jeunes Turcs)]’. A consecuencia de esta revolución, había habido una avería del orden público en muchas partes de la península Anatolia. Más tarde, en 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, la situación se hizo mucho mas urgente. Entonces en marzo de 1915, una fuerza de ataque naval anglo-francesa masiva que consiste en 18 acorozados atacaron en los estrechos Dardanelos en Galipolí con la esperanza de pasar empujando por el estrecho hacia Constantinopla (Estambul). En estas fechas habían reclutado a la mayoría de los turcos varones y sanos para la defensa del país contra esta abrumadora invasión. Los acorazados aliados penetraron parcialmente en los estrechos bajo los cañones turcos masivos que defendían el canal en Chanakkale, siendo inconsciente que los cañones turcos que llovían el fuego abajo sobre los invasores estaban casí sin minuciones. En un punto critico de la batalla, el daño a los barcos anglo-franceses golpeados por el fuego de cañon y por las minas puestas por el barco dragaminas turco Nusrat hizó que los acorazados restantes abandonaran el proyecto naval completamente. Este crítico punto decisivo ocurrió el 18 de marzo de 1915, -un día que ocupa un grado especial en el calendario turco hasta la actualidad.

Pero, aunque ellos celebraban su victoria, los generales turcos sabían que el asalto no se había terminado aún. Los franceses y los británicos, quienes serían afiliados y ayudado pronto por las fuerzas que provendrían desde lejós, es decir de Australia y de Nueva Zelanda, los que estaban apodados “ANZACS”, abandonaron el esfuerzo naval sólo para reagruparse para una invasión de tierra masiva en Gallipolí. Ahora se habían puesto las condiciones para los turcos tan desesperado que no sólo a los hombres sanos pero hasta a los policias los llamaron al frente occidental, para defender el país, mientras que los turcos morirían pronto por millares en un conflicto apocalíptico desproporcionado en Gallipoli, lo que había añadido más al desorden y anarquía, y había llevado a Anatolia del Este en una condición quasí anárquica.

En aquellas fechas, la actividad revolucionaria armenia, completa con ataques internos contra los civiles no-combatientes, estaba continuando no por años, sino por décadas. Ya habían reclutado abiertamente a los hombres armenios del país al lado con la ‘Rusia Santa’, el enemigo hereditario de los otomanos. Estos rebeldes se estaban sintiendo tan confidentes de la ayuda aliada que, hasta habían decidido arriesgar todo y negarse hasta a la ayuda a la defensa de su propio país – todas las fuentes primarias armenias admiten esto.

Exactamente en esta atmósfera desesperada decidió el ‘gobierno central’ dar la orden de traslado, lo que tuviera tales consecuencias fatales. Meramente unas cinco semanas separan el conflicto crucial naval del 18 de marzo de 1915 de aquella orden de traslado del 24 de abril de 1915. La invasión terrestre masiva de los aliados de la península Gallipoli ocurrió mismo el día siguiente: el 25 d abril de 1915..

3.2. Circunstancias que asisten a la decisión de la orden del traslado

Extensas pruebas documentales son todavía existentes que muestran que el central gobierno turco no sólo envió mensajes para advertir que los armenios trasladados deberían ser protegidos, sino más tarde emitió órdenes con amenazas de castigar, hasta con la ejecución, a los responsables, cuales fueran negligentes en su deber de proteger a las gentes armenias durante su viaje. Al contrario de todas las reclamaciones de los propagandistas armenios, que omiten a propósito toda esta información importante de la historia, no volvió esta orden de traslado nunca en una pena de muerte para los armenios. Era nada más de un esfuerzo desesperado, con el fin de solucionar un problema aparentemente imposible de resolver, creado y precipitado por los revolucionarios armenios, y la intromisión de las Grandes Potencias en los asuntos internos del Imperio Otomano, el cual estaba derrumbándose. Y, más de esto, hay otra cosa, aunque hubiera muchas muertes en este traslado:

  • Muchos armenios han sobrevivido en su nueva posición o ha emigrado en varias lugares.
  • Muchos han devuelto después de que una ley fue pasada terminando el traslado.
  • Alimento era escaso, y los no-armenios (turcos sobre todo) estuvieron moriendo de hambre por todas partes.
  • Muchas de las muertes habían resultado de una atmósfera de anarquía; los bandidos proscritos vagaron por el campo impunemente.

Finalmente, la intención aquí no es exonerar el mando turco del gobierno central de 1915 de toda la culpa, pero mostrar que el uso de la etiqueta de ‘genocidio’ en este caso no es sólo totalmente injustificado, pero en general deliberadamente engañoso.

3.3. La jugada mortal

Dr.G.Pasdermadjian, quien se había diseñado y apodado ‘Armen Garo (héroe armenio)’ se ha hecho un diputado en el Parlamento Otomano antes de desertarlo a la causa revolucionaria armenia. Después de la guerra escribió un folleto titulado: ‘Por qué Armenia debería ser libre’, exigiendo con esta obra que los grandes poderes Occidentales hagan bien en su promesa de cederles un nuevo estado-nación independiente a los armenios. En este folleto revela el Dr.G.Pasdermadjian, la motivación llena de la decisión armenia, de repugnar y ser partidario de la Rusia Zarista contra su propio gobierno turco a la hora de un gran peligro. Él sostiene vehementemente que si los armenios no hubieran estado por la parte de Rusia, las masacres de los armenios nunca habrían ocurrido:

“Si ellos hubieran ligado su fortuna en 1914 a la causa turco-alemana… aquellas espantosas masacres armenias nunca hubieran ocurrido. Al contrario, hubieran tanto los turcos como los alemanes tratado de ganar la compasión de los armenios de cada modo posible hasta el final de la Guerra” (Pasdermadjian p.43).

De hecho sigue Pasdermadjian explicando que los revolucioneros armenios sabían muy bien de los peligros a los cuales su gente estaba siendo expuesta por estas ambiciones nacionales suyas, pero a pesar de esto, decidieron tomar este riesgo deliberadamente en su determinación ciega de establecer un nuevo estado-nación independiente.

Todos tenían y cada uno de ellos tenía un presentimiento terrible de la responsabilidad que asumieron. … Estaba tan claro como la luz del día que a los armenios una victoria germano-turca nunca podría satisfacerles las aspiraciones nacionales. Lo más que aquellas naciones hubieran hecho para nosotros hubiera debido conceder derechos nominales a Armenia de su propia opción. Nos era muy claro a nosotros también que no deberíamos haber sufrido tal espantosas pérdidas humanas … con los aliados. Conscientemente elegimos esta última alternativa; a saber: atamos nuestro destino a la victoria de los aliados, expusimos nuestra misma existencia al peligro con el fin de realizar completamente nuestra ambición nacional, es decir ver el reestablecimiento de una imaginaria Armenia Independiente Histórica Unida.”

Hoy día la gente turca actual, generalmente, no es feliz sobre el resultado de este grave error de cálculo de parte de los lideres revolucionarios armenios de en 1914. Nadie puede volver atrás el reloj hacia los acontecimientos terribles de 1915. Y la racionalización de los males cometidos por el uno o el otro lado sólo retrasará el proceso de la curación. La narrativa debe ser dicha tal como lo que pasó, y no tal como lo que quisiéramos que hubiera pasado.

4. Uso continuo de las historias de guerra

Los propagandistas armenios hacen el uso seguido de unas historias de la muerte de sus antepasados, muchos de los que murieron en circunstancias realmente deplorables. Las historias son repetidamente contadas junto con tentativas armenias de tener los acontecimientos de 1915 etiqueteados de ‘genocidio’. ¿Qué puede decir uno al encararse con estas historias, muchas de las cuales son indudablemente verdaderas? Por una parte es que, uno no desea mostrar el desacato para con estos seres humanos o negar la seriedad de las situaciones; pero, del otro lado es que, hay varios problemas serios con este continuo uso del contar siempre y repetidamente las mismas historias de guerra ancestrales:

  • Muchos civiles turcos musulmanes murieron, al mismo tiempo, en las manos de los revolucionarios armenios en circunstancias muy peores que en las cuales las muertes armenias ocurrieron. Los turcos están sólo demasiado bien conscientes de estas historias, porque sus familias fueron afectadas para generaciones. Sin embargo, los armenios lo hacen completamente claro que, solamente son las vidas de los armenios cristianos que deberían contar. Y las historias de las muertes trágicas de tantos turcos musulmanes son fuertemente suprimidas.
  • La implicación de inocencia está evidentemente claro en las narraciones de estas historias por los armenios. Es verdad que muchos de los muertos eran no-combatientes civiles, sí, pero es también verdad que el episodio entero fue precipitado por las acciones de los rebeldes, de los dichos revolucionarios armenios que de manera brutal y sistemáticamente masacraron a los turcos musulmanes en una campaña extendida para establecer una ‘Armenia Occidental’ y para eso “reconquistar” las tierras que ellos consideraban hereditariamente suyas – unas tierras donde en realidad había solamente una muy pequeña minoria armenia.

5. El uso de unos documentos falsificados

Una de las ‘pruebas’ más comunes usadas por activistas armenios en apoyo de su reclamación del “genocidio” es un libro conocido como ‘Las memorias del Bey Naim’. Este libro se representa como una prueba que el ‘gobierno otomano’ había deliberadamente exterminado la población armenia de Anatolia. La fuente de este libro fue un cierto hombre armenio llamado Aram Andonian, quien lo tradujo al armenio. El afirma que había entrado en la posesión de unos documentos otomanos oficiales, como los telegramas y decretos, muchos de los cuales fueron supuestamente firmados por Talat Pacha, el Ministro de Asuntos Interiores Otomano.

La lista de problemas de autenticación con este libro, y con la historia de Aram Andonian de cómo el entró en la posesión de aquellos ‘documentos’(¡!) contenidos allí, es muy larga. Lo mismo larga es también la lista de los historiadores respetables, especialistas en este campo, quienes los rechazan completamente como nada más que unas falsificaciones. Incluso las autoridades británicas encargadas el deber del  procesamiento de los gobernantes otomanos después de la Primera Guerra Mundial durante el Tribunal de Malta rechazaron usarlos. Pero los propagandistas armenios siguen insistentemente haciéndolos pasar por prueba auténtica de un programa de extermino a los armenios en un público confiado. Ver: estos sitios Web para la discusión crítica de este trabajo forjado:

http://www.eraren.org/index.php?Lisan=en&Page=YavinIcerik&SayiNo=15

6. La cita de Hitler

Los activistas armenios a menudo afirman que Hitler había dicho que él podría llevarse la exterminación del pueblo judío europeo, porque “nadie recuerda hoy la exterminacón de los armenios”. Esta ‘declaración’ (esta cita) aparece, con más o menos las mismas palabras, hasta en los prospectos o folletos repartidos por grupos de jóvenes armenios haciendo demostraciones, y en las portadas de los libros, y en los artículos escritos por escritores armenios. Además, la ‘declaración’, o ‘la cita’ esta, está puesta en la exposición en el Museo de Holocausto en Washington D.C., donde cada año millones de visitantes e invitados lo ven y lo leen, conduciendo así a muchos inocentes espectadores a creer que como si Hitler se hubiera sentido confidente en exterminar a los judíos, porque los otomanos lo habían logrado con los armenios.

Hay solamente un problema con esta cita: Hitler nunca lo dijo [Lowry, Brezal, ‘el Congreso estadounidense y Adolf Hitler en los armenios’, Institute of Turkish Studies, Inc. Washington, D.C. Comunicación Política y persuasión, Volumen 3, Numero 2 (1985)].

Los activistas armenios le tienen a Adolf Hitler diciéndolo durante una reunión con su estado mayor general alemán, un hecho que hubíera sido, según ellos reclaman, revelado durante los procesos de Nuremberg. El problema aquí es que las verdaderas transcripciones de esta reunión, (discursos de Hitler y recuerdos de Nazis principales aceptados como auténtico por el tribunal de Nuremberg) no contienen ninguna tal atribución a los armenios; en las dichas transcripciones verdaderas meramente hay una mencion a los armenios como ‘no fiable’ y ‘peligroso’. En cambio, la cita fue tomada de un libro, escrito en 1942, por alguien que nunca fue capaz de certificar su reclamación. Fue reproducido mas tarde en un artículo por un escritor sin nombre para el periódico ‘Times of London’ de la fecha de sábado, el 24 de noviembre de 1945, pero no fue de ninguna manera usado por los fiscales de Nuremberg. En corto: Hitler nunca lo dijo… Pero los armenios siguen usandolo aún, con muchos otros documentos falsos, adrede, para sostener su caso contra los turcos.

7. La representacion de la etiqueta de ‘genocidio’ como ‘historia colocada’

Los propagandistas armenios a menudo sostienen que la etiqueta de ‘genocidio’ para los acontecimientos 1915 es la ‘historia colocada’, y que nadie realmente lo disputa más. Hay dos problemas fundamentales con este argumento:

  • Primero es que este argumento es patentemente falso. Ya que hay una larga lista de historiadores muy respetables, calificados e intelectuales que rechazan la etiqueta de ‘genocidio’ para los acontecimientos 1915. [Vease abajo].
  • Los propagandistas armenios y el ‘movimiento de erudito de genocidio’ tienen una historia larga y bien establecida de lanzar viscosos ataques personales contra cualquier historiador que discrepa con su falsa pero autoritaria interpretación acerca de los acontecimientos 1915.

Una parte de la lista de los historiadores e intelectuales no-turcos que no se suscriben a la caracterización de “genocidio” incluye: Bernard Lewis; Heath Lowry y Norman Itzkowitz de la Universidad Princeton; Stanford Shaw, antes de la Universidad de California; Justin McCarthy de la Universida de Louisville; Guenter Lewy y Brian Williams de la Universidad de Massachusetts; David Fromkin de la Universidad de Boston; Avigdor Levy de la Universidad de Bryeis; Michael Gunter de la Universidad Técnica de Tennessee; Pierre Oberling de Hunter College – City University de New York; Roderic Davidson, antes fue de la Universidad de George Washington; William Batkay de la Universidad Estatal de Montclair; Edwin A. Grosvenor de Amherst College; J.C. Hurwitz, antes fue de la Universidad de Columbia; Michael Radu del Instituto de la Investigación de la Política Extranjera; Dankwart Rostow, antes fue del Consejo sobre las Relaciones Extranjeras; los historiadores militares: Edward J. Erickson y Gwynne Dyer; Gilles Veinstein del Collegio de Francia; Paul Dumont de la Universidad de Estrasburgo; Robert Mantran (RASGON/RIP), antes fue de la Universidad de Aix-Marseille; Stefano Trinchese de la Universidad de Chieti; Augusto Sinagra de la Universidad de Roma-Sapienza; Eberhard Jäckel, antes fue de la Universidad de Stuttgart; Jeremy Salt de la Universidad de Melbourne; Norman Stone de la Universidad de Bilkent-Ankara-Turquía; escritores Erich Fiegl (fallecido) y Yrew Mango; y Judge Samuel Weems (fallecido).

Fin

25 de julio de 2010

Traducido al español

por

A. Cengiz Büker, Dr.

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The Armenian Issue

Why the “genocide” label doesn’t fit

” … in the absence of unequivocal evidence … British Governments have not recognized those events as indications of genocide. Nor do we believe it is the business of Governments of today to review events of over 80 years ago …”

Baroness Ramsay of Cartvale, British Foreign Office spokesperson, April 14, 1999.

An overview and analysis of the controversy surrounding the events of 1915

Produced by a multi-national panel of independent researchers of European, American and Turkish Ancestry

2nd Edition April 2010

This is a document in two parts as follows:

Part I – The General Overview

Part II – An appendix entitled “The Index of Misrepresentations of Fact” … a litany of the misrepresentations of the Armenian Propagandists in the West

Part I General Overview

Contents

1. INTRODUCTION…………………………………………………………………………………………………………………..1

2. MOVEMENT ALIGNED WITH TERRORISM ……………………………………………………………………..2

3. “GENOCIDE SCHOLAR” MOVEMENT……………………………………………………………………………..3

4. THE GREAT MONEY MACHINE ………………………………………………………………………………………..4

5. WHO ARE THE ARMENIANS? ……………………………………………………………………………………………5

6. PROBLEMS AND ISSUES …………………………………………………………………………………………………….6

6.1. THE REBELLION ………………………………………………………………………………………………………………..6

Comparison to WWII…………………………………………………………………………………………………………….6

Documentary evidence ……………………………………………………………………..………………………………….6

Civilian casualties…………………………………………………………………………………………………………………7

6.2. THE WORD “GENOCIDE” ………………………………………………………………………………………….7

6.3. INTOLERANCE AND HATRED……………………………………………………………………………………………………………………..8

6.4. POLITICIZATION OF HISTORY……………………………………………………………………………………..8

7. CONCLUSION: CALL FOR ACTION ………………………………………………………………………………………8

8. EPILOGUE…………………………………………………………………………………………………………………………………9

9. PART II – APPENDIX: INDEX OF MISREPRESENTATIONS OF FACT……….………………………..11

1. Introduction

Statesmen and politicians in Western countries are often besieged by representatives of Armenian groups that have huge voting blocs demanding resolutions in connection with events that occurred in Eastern Anatolia in late 19th and early 20th centuries. Legislators usually feel obliged to hear these people out and feel somewhat obliged to address their concerns. Electoral campaign contributions play significant role in these transactions.

The historical events in question, however, are extremely complex. Not only did they occur in a Moslem culture – which is seldom studied in sufficient detail in Western universities – but the particular events in question occurred at the center of an extremely complex web of relationships between nations of widely diverse cultural and religious backgrounds.

Legislators that are approached with these demands:

  • Are not elected to legislate on events that occurred a century ago.
  • Are not equipped to evaluate the veracity of allegations in question.

The legislators, for their part, have been increasingly acquiescing to the views presented to them by their Armenian constituents, without asking probing questions, and many legislators have been appealing to the authority of a group of so-called “genocide scholars” that suddenly appeared in roughly the same timeframe (in the 60’s) that the Armenians started voicing their demands loudly.

American citizens of Turkish ancestry report many incidents of ethnic prejudice in their daily lives as a result of these campaigns. But they are almost everywhere vastly outnumbered by constituents of Armenian origin, and refrain from reporting prejudices they suffer. The same situation is true for persons of Turkish ancestry in other Western countries.

The Armenian groups have been widely successful in representing their ideological opponents as “Genocide Deniers,” comparing them to David Irving (“Holocaust Denier”) and others, who go so far as to claim that there are “unanswered questions about the Nazi Gas Chambers.” This slander campaign has been so successful that representatives from the Turkish side are rarely allowed to make their case, and when allowed, the opportunity is very brief, and only in a poisoned, prejudicial atmosphere.

Due process, the freedom of speech, and presumption of innocence until proven guilty, are the foremost values of democracy and civilized jurisprudence. Yet, time and again, while Armenian genocide proponents are given a free rein to convince an unknowing public – and legislators – that Turkey and Turks are guilty of a horrible crime of humanity, the accused Turkish side has been typically denied its right to self-defense. The legislative bodies have tended to act as both the prosecutor and the judge. . The legislators’ pro-Armenian stance is attributable to a large extent to electoral campaign contributions from the well-funded Armenian lobby groups (in the U.S., chiefly the Armenian National Committee of America and the Armenian Assembly of America).

Turks and Turkey have repeatedly argued that the proper forum to discuss and resolve disagreements of historical nature is an international commission of scholars representing Armenia, Turkey and other nations. Turkey has proposed that conclusions reached by such a commission be binding on both sides. The Armenian side, however, has consistently refused to participate in such a

commission, stigmatizing the Turks as “Genocide Deniers” and insisting that the very formation of such an historical Commission of Inquiry would amount to “Genocide Denial”.

It is also noteworthy that, “genocide” being a special crime subject to strict judicial criteria, the Armenian side has refrained from taking its case to an international court of jurisprudence, such as the International Court of Justice in The Hague, the only competent body to rule on genocide allegations. The reason for such avoidance in clear: The Armenian side would rather rely on propaganda and ethnic politics than take a chance in a court of law, where due process is the rule, and where both sides are given an equal opportunity to make their cases.

In point of fact, after World War I the victorious British tried to prosecute Ottoman officials thought to be responsible for atrocities against Armenians. Working closely with their Armenian cohorts, and relying principally on information obtained from the Armenian Patriarchate in Istanbul, the British arrested and deported without serious investigation 144 high-ranking Ottoman officials to the island of Malta. Included among the deportees were the Grand Vizier (Prime Minister), members of the cabinet, the Speaker of the House, members of the Parliament, Chief of the General

Staff, Army commanders, and governors. The deportees were accused of massacre of Armenians. The British had access to all the Ottoman archives in Istanbul, and tried hard to find reliable incriminating evidence against the accused. They even searched the American archives in Washington and sought the help of the State Department. Despite all these efforts, no legal evidence was found that could be used in a court of law.

In reference to the American archives, reported the British Embassy in Washington to London: “I regret to inform Your Lordship that there was nothing therein which could be used as evidence against the Turks who are being detained for trial at Malta.” This, despite a ton of propaganda material from Ambassador Morgenthau and his consuls filed in the State Department archives in Washington.

Disappointed, the British decided not to hold a trial, and on October 31, 1921 returned all the Malta detainees to Turkish soil.

Also, British governments have not recognized the 1915 events as genocide (see quote above).

Further, the European Court of Justice in Brussels, in its December 2003 ruling on a lawsuit launched by Armenians in Europe (“Euro-Armenia” and the Krikorians), concluded that the Armenian “genocide” resolution passed by the European Parliament in 1987 was a “purely political” decision, with no legal foundation. On appeal by the plaintiffs, the ruling was reconfirmed in October 2004.

2. Movement aligned with terrorism

The Armenian movement for the recognition of a genocide label has not been peaceful. Although many of the participants in the movement are law-abiding citizens, the movement in general gave its silent assent and financial support to a series of criminal acts perpetrated by the terrorist organization ASALA[11] and JCAG[12] against Turkish civil servants in the period 1973-1991. The two ARF newspapers “Armenian Weekly” and “Azbarez” gave their full editorial support to the terrorist

acts of JCAG and the “Armenian Mirror-Spectator”, a publication with ties to the Armenian

Assembly of America, printed articles justifying the assassination of Turkish civil-servants by the Armenian Terrorist groups. The legal defense costs of the majority of the arrested ASALA terrorists were paid by committees funded by prominent Armenian associations. Several prominent Armenian and pro-Armenian “scholars”, including UCLA Professor Richard G. Hovannisian and Gerard Libaridian in the U.S., and Jean-Marie Carzou, Gérard Chaliand and Yves Ternon in France, testified for Armenian terrorists at their trials

A total of 110 acts of terror were carried out by Armenian terrorists in 38 cities of 21 countries, including the U.S. Thirty nine of these acts were armed attacks, 70 of them bomb attacks, and one was an occupation. Forty two Turkish diplomats and 4 foreign nationals were assassinated in these attacks, while 15 Turks and 66 foreign nationals were wounded.

One planned act of terrorism was by Murat Topalian, the ex-Chairman of ANCA, the prominent arm of the Armenian lobby in the USA. Topalian was sentenced to a 3-year prison term by an Ohio court in 2001.

These acts were not openly condemned by the Movement, which raised funds for the legal defense of some of the perpetrators and openly treated others as heroes. One ASALA terrorist, Varadian Garabedian, received a warm hero’s welcome in Yerevan upon his release from a French prison in 2001. The anti-Turkish Government propaganda preceding the ASALA violence afforded the terrorists some level of face-saving and bought them much needed time and cover. It also enabled them to intimidate dissenters – all in an era when the West’s approach to terrorism was characterized by the naïveté of the pre-9/11 world.

In 1977 Armenian extremists bombed the off-campus home of UCLA history professor Stanford Shaw who, after having studied the Turkish Archives, had taken the position that there was no genocidal attempt on the Armenians.

3. “Genocide Scholar” movement

The rise of the “Genocide Scholar” movement on the Armenian issue coincided roughly with the virulent rise of Armenian Diaspora demands in the West. The movement came into being largely through the efforts of individuals rather than through a combined effort by established academic institutions. Moreover, unlike the conventional meetings in established academic institutions, the proceedings of the “Genocide Scholars” are conducted behind closed doors. Individuals who disagree with their thesis are not welcome. Their process is not transparent, and they do not uniformly enforce recognized standards of academic rigor.

The movement’s habit of attacking the integrity and character of their ideological opponents as “Genocide Deniers” does not conform to academic standards which require that documentary evidence and objectivity, not personal attacks on the integrity of one’s opponents, play a central role in argumentation. Furthermore their castigation of their ideological opponents as “Genocide Deniers” amounts to a condemnation of practically all Turkish scholars, since the overwhelming majority of Turks feel very strongly that the events in question cannot rightly be labeled “genocide.”

To date the “Genocide Scholar” movement has attempted to avoid the stigma of being labeled racist by pursuing a 3-pronged strategy:

  •  All rhetoric is directed at the Turkish Government, arguing that it is not the Turkish People but the Turkish Government that is guilty of “Genocide Denial.” Care is taken to portray Turks as a people brainwashed by their government. In reality, of course, Turks as a race are being depicted as the perpetrator of the crime.
  • It is claimed that the perpetrators of “genocide” were the Ottoman Turks, not the present Turkish government …which need not take offense.
  • The “Innocent Deniers” theory developed by the movement’s spokesman Israel Charny is a thinly veiled attempt to escape the onus of racism. According to this theory, huge groups of people, while “denying,” are yet “innocent” by virtue of their own unawareness that they are covering up “genocide.” Using such an argument, Charny would have us believe that he is not condemning an entire ethnic group, (i.e. people of Turkish ancestry), and thus escape the ‘racist’ epithet. The last time we saw people talk about an entire race like this was during World War II, when the Nazis argued that, although some Jews appeared to be good, and tried to be good, they could not help being evil nonetheless. After all, the Nazis argued, it was in their blood to do evil.

The “Genocide Scholar” movement’s response to the Statement of 69 American academicians published in several leading newspapers in 1985 is most telling of their modus operandi. Major advertisements appeared in New York Times and Washington Post on May 19, 1985, signed by 69 American scholars specializing in Turkish, Ottoman and Middle Eastern Studies, objecting to the use of “genocide” label in a House Joint Resolution then before the U.S. Congress. Instead of openly debating the issue, the “Genocide Scholar” movement immediately embarked on an effort to discredit these academics on various grounds, insinuating that some of them may have been corrupted by having received research grants from the Turkish Government, etc. Without any academic debate, the signatories were collectively denigrated as “Genocide Deniers,” violating all norms of academic discourse and scholarly etiquette. Many of the signatories were subsequently intimidated, and some lost their academic positions. (The Statement by the 69 American academicians was subsequently supported in a Declaration signed by 120 Turkish academicians on April 23, 2001).

This constant pattern of relentless personal attacks by the “Genocide Scholars” on the integrity and professional qualifications of their ideological opponents cannot be tolerated any longer.

A partial list of eminent foreign scholars and intellectuals who do not subscribe to the “genocide” characterization is given in Part II (Appendix).

4. The Great Money Machine

A well-oiled machine keeps the Armenian “cause” alive on a day-to-day basis. For an excellent detailed statistical report on the Armenian Lobbies, see “Divided They Conquer: The Success of Armenian Ethnic Lobbies in the United States” by Heather S. Gregg3[13] [1]. Two competing Armenian ethnic lobby groups in Washington, the Armenian National Committee of America (ANCA) and the Armenian Assembly of America (the Assembly), raise huge sums of money and wield an uncanny level of political influence in Washington D.C. Their political influence far exceeds their sizes in terms of membership. It is significant to note that the rhetoric coming from the adherents of these

two lobbying groups is characterized by a conspicuous level of hate speech directed toward Turks in general and the Turkish Government in particular – coupled with a defamation campaign against historians who disagree with their analysis of the events of 1915. This institutionalized ethnic hatred has become a “cause” for these people. Knowing what we know about the desperate need for

election reform in the present-day American political system, we should not be surprised to learn that the level of disruption caused by these Armenian lobbies in the U.S. is staggering.

5. Who are the Armenians?

The Armenians are a Christian people whose history goes back as far as the earliest centuries of Christianity. Of all the ancient patriarchates of Christianity, the Armenians have the distinction of being the only Patriarchate to have developed and evolved outside the ancient Roman Empire. All the other ancient patriarchates, the Alexandrian, the Roman, the Greek, the Jerusalem and the Syrian, evolved and flourished – until the rise of the Arab Empire – within the boundaries of the Roman Empire. It is worth noting that the adoption of Christianity as the state religion under

Constantine in 325 AD was preceded by a similar event – devoid of any political or social connections – in Armenia, where the monarch, Triadates, had converted just two decades earlier, effectively bringing with him practically the entire population of the country.

Though the Armenians from time to time were part of the Roman Empire, there was no prolonged period in the pre-Arab era during which they were full subjects of the Roman Empire. Thus, the political forces and social climate which sometimes influenced the development of church doctrine were different in the Armenian church. Armenian bishops were present, however, at most major Church councils as far back as the Nicene, and participated with their peers in the deliberations. The Great Church Controversies of the 5th century resulted in the Armenians permanently rejecting Ecclesiastical control from both Rome and Constantinople.

Although Christians, the Armenians remained in many ways separated from the West for over a thousand years, well beyond the Middle Ages. They were a protected minority when the Ottoman Empire was at its height, and Europe was trembling at the advance of the Ottoman armies. As the Ottoman Empire began to decline in the 18th-19th centuries, however, and the “Great Powers” of Europe and “Holy Russia” foresaw the impending collapse of the “Sick man of Europe,” the Armenians were re-discovered by the Christian West, not only as long-lost fellow Christians, but as potential friendly contacts in a territory which they aspired to split among themselves.

This re-discovery, with the accompanying mixed motives, was to have unfortunate consequences for the Armenians when the hour of final collapse of the Ottoman Empire came in the war we now call the “Great War.”

These newly discovered Christians were viewed not only as future allies to aid territorial ambitions, but also as potential proselytes. Protestant missionaries were sent in, wherever possible, to win over new converts from the long-separated Armenian fold to the doctrines of the Protestant Reformers that had so changed the texture of Western Christianity during the interval of separation. These were soon followed by Roman Catholic Missionaries – all of whose efforts were to be backed by a conspicuously high level of support from their respective governments.

But although the Armenians were very accepting of new Western ideologies – particularly nationalism – the assiduous efforts of the missionaries did not result in nearly as many conversions as they had hoped for. Most Armenians remained attached to the “Orthodox Armenian” Church.

In the 19th century there were nearly 2,000 foreign religious missions in Anatolia, hailing from the United States, the United Kingdom, France, Germany, Austria, Italy, etc. Although they established educational institutions, they involved themselves in the lives of the Armenians, and had the effect of separating them from the Turks. Documentary evidence shows that the missionary schools ultimately had a role in the Armenian revolutionary activity.

6. Problems and issues

We can now discuss the primary problems and issues with the use of the “genocide” label for the 1915 events.

6.1. The Rebellion

Comparison to WWII

The Armenian insistence on the “genocide” label distinctly ignores the very serious role of the Armenian Revolt and the accompanying provocation in the hour of peril. Unlike the American Experience in WWII, in which American civilians were not the targets of violence, Armenian revolutionary activity in the years leading up to 1915 involved many instances of deliberate killings of Turkish Moslem (and some Jewish) civilians. The Armenian military leaders, emboldened by the support they were receiving from the Western powers and Russia, were so reckless and confident of victory that they openly informed the Turks that they would not side with them in the impending war, but would instead side with the enemy (Imperial Russia)[14]. Such betrayal, in fact treason, was directed at the very state (Ottoman Empire) where the Armenians had lived peacefully for centuries, rising to prominent (even cabinet-level) positions in government and commerce.

Documentary evidence

The armed struggle, or rebellion, of Armenian militants against Turks was admitted by none other than Boghos Nubar Pasha, the head of the Armenian delegation at the Paris Peace Conference in 1919, and by Hovhannes Katchaznouni, the first prime minister of Armenia[15] in a manifesto[16] delivered at the Armenian Revolutionary Federation (ARF) convention held in Bucharest, Romania, in 1923. As noted previously, during the war Armenian Revolutionaries were very bold and confident of victory because the “Great Powers” of the West (i.e., Christian Powers) were promising them their own piece of the soon-to-be-carved-up Ottoman Empire (i.e., an independent Armenian nation-state in Eastern Anatolia).

After the war was over, these same revolutionaries very loudly demanded that the Western powers make good on their promises and cede to them an Armenian nation-state of their own. In a 40-page

document[17] presented to the Paris Peace conference in 1919, and still extant in English, they argued that this was their due since Armenian “volunteers and soldiers …fought side by side with the Allies …on all fronts.” They provided lengthy evidence of their complicity against their own government and demanded that the Allies pay up on these grounds. Similar evidence was presented in “Why Armenia Should be Free – Armenia’s role in the present war” published in Boston in 1918. Against the backdrop of such documentation, it is most embarrassing to see modern Western legislators speaking of a “genocide” of Armenians in 1915. Clearly, such legislation ignores the deaths of noncombatant

Moslem civilians while counting only the deaths of Christian (Armenian) civilians. It

also ignores the treasonous acts of Armenian revolutionaries.

Civilian casualties

The allegation of “genocide” manifestly ignores the rebellion, betrayal and provocation of Armenian militants that took up arms to collude with powerful enemies that were invading the Ottoman territory. Such collusion posed a great military danger not only to the Ottoman armies in the eastern and southern fronts, but also to large populations of innocent civilians.

Archives also show unequivocally that nearly 524,000 Turks (and some Jews) were massacred by armed Armenian rebels in the eastern provinces of the Ottoman Empire during 1910-1922. The gangs also massacred local Armenian civilians that did not cooperate. Documentary evidence directly from Armenian sources[18] and from contemporary US newspapers shows that wealthy Armenians were forced by the leading Armenian party (the Dashnaks) to contribute financially to the Revolutionary effort. And many were slaughtered – often publicly- for refusing to submit to extortion.

6.2. The word “genocide”

In the words of one recent author, this word “evokes implicit comparisons with the Nazi past,” and this imagery in popular usage inescapably enters into the deliberations of civic and political institutions on the question of “genocide.” Ironically, Armenians lived peacefully for centuries with Turks while the European Jews lived in an atmosphere of animosity in their communities. Turks also welcomed Sephardic Jews that were persecuted in Spain in the 15th century. This is precisely what makes the accusation of “genocide,” when originating from the West toward Turks, so insulting and intolerable.

As pointed out above, the Armenian problem started when revolutionary elements among the Armenians – encouraged by Christian powers with territorial ambitions on the collapsing Ottoman Empire – embarked on a path that threw the entire region into turmoil. This sparked a conflict that quickly grew out of control, gravely endangering a large sector of the Armenian population, precipitating the Great Armenian Tragedy of 1915. Moslems in great numbers suffered as well. Massacres of Moslems by Armenian gangs, which started well before the 1915 events, amounted to ethnic cleansing.

Because Jews did not do what the Armenian militant elements did in their communities, it is utterly dishonest to directly or indirectly compare the Holocaust with the Armenian Tragedy of 1915.

6.3. Intolerance and hatred

“Genocide” allegations by Armenians, and their reckless campaign against Turkey, have fostered in the West an atmosphere of prejudice and animosity toward present-day Turks. Turks often feel discriminated against, and some feel unwanted. They are vastly outnumbered, and are made the objects of slander and calumny. As such, Turks are loath to defend themselves against charges that they view as patently biased and unjust.

Turks, however, have recently started to speak out. All of us, whether Americans or Europeans, must refuse to allow this manifest injustice to persist in our midst. We in the West have determined to take a stand against bigotry and hatred in all forms. Yet, it is on our soil and in our legislatures that this hate campaign is being allowed to flourish. It has clear religious undertones, shows a disregard for standards of integrity, and is clearly impacting global relations in a most negative way.

If we fail to act, we cannot escape the onus of complicity in such a campaign.

6.4. Politicization of history

Because Turks are almost never heard in the West, pronouncements as to what happened before, during and after World War I do not in any way amount to a debate. Most people, and legislative bodies, simply assume that Armenians were victims of genocide. To Armenians, this is quite convenient, but the reality is that the historians are generally much more circumspect in their judgments. Politicians, under pressure from powerful constituencies, introduce bills that recognize “Armenian ‘genocide,’” while many knowledgeable scholars do not share such conclusion.

Equally disturbing, when legislative bodies pass such resolutions, the Turkish side is not granted the right of self-defense.

History should normally be left to historians. But on the Armenian issue history is turned into a political tool, and the accompanying slander campaign has the effect of bullying opposing historians into silence. As a result, the truth suffers, and the standards of historical scholarship in the West are debased in an inexcusable -and a most embarrassing- way.

7. Conclusion: Call for action

Clearly, the government’s decision to relocate the Armenians in the waning days of the Ottoman Empire was undertaken in the hour of extreme danger, desperation and chaos bordering on anarchy. It was a decision in response to Armenian Revolt, dictated by national security concerns in perilous times. It is disingenuous to dismiss the overwhelming historical evidence and falsely accuse Turks of malice toward the Armenian populace because of their ethnicity or religion. Except for select leaders in Istanbul, the Armenians (some 200,000) in the Western part of Anatolia were largely

exempted from the relocation orders. The vast majority of relocated Armenians died as a result of depravation, hunger and disease in time of war, and the killings and suffering on the Moslem side were equally harrowing.

Armenian sources attest that during their short-lived Armenian Democratic Republic, (May 28, 1918 to Dec. 2, 1920) 195,000 of the approximately one million Armenians in Armenia died of starvation and epidemics. These dramatic deaths are blamed on Turks and not on their revolutionary leaders, who subsequently escaped to Western countries after the catastrophes they inflicted on their own people

No court has endorsed a “genocide” label for the 1915 events, and in fact, the Armenian side has not dared to take its claims to an international court. There is also no UN resolution that recognizes the 1915 events as genocide. When the historical evidence is examined, it is clear that Armenian Revolutionary activity, or the Armenian Revolt, is what prompted the 1915 relocation orders. The movement started decades before the 1915 relocation, and stemmed from a desire to “take back” lands which Armenians considered to be their own – where, however, they were always a minority.

An impartial observer of events would admit that the present-day movement for recognition of a “genocide” label for the Armenian Tragedy is not at all the humanitarian movement that its promoters would have us believe. Instead, it is a deliberate distortion of historical facts, carrying with it the malignant fruits of ethnic animosity, terrorism, defamation, intimidation, and disruption of legitimate political processes in Western societies.

We call upon the recipients of this document to take all steps in their power to ensure that no further support is given to such a harmful and deceitful movement.

8. Epilogue

The majority of Armenians, both in Armenia and the Diaspora, live today in a surreal world of distrust, animosity and even hatred directed against Turks. Indoctrinated to be anti-Turkish from childhood onward[19] in their families, schools, churches and close-knit communities, they become bigoted citizens in the society. Such bigotry is anathema to racial and ethnic harmony.

No nation in history has escaped traumatic experiences, some impinging on life and death. But most nations leave historical grievances, justified or otherwise, behind, and look forward for fruitful and peaceful existence with other nations. But not, apparently, the Armenians. Armenian revolutionist leaders still exert significant influence on the majority of Armenians living both in Armenia and the Diaspora.

World history is fraught with tragic conflicts. World War I consumed the lives of more than 15 million people, and World War II, more than 70 million people. Yet, most nations, including Turks, embroiled in such trans-national conflicts have chosen to live in peace with their former adversaries. Some have forged trusted treaties and alliances. A world at peace requires such perseverance and attitude.

The Western tendency to repeatedly count only Christian lives, and minimize or disregard Turkish civilian lives as unworthy, is especially galling to present-day Turks. During the 1912-1913 Balkan Wars, for example, non-combatant Moslem civilians faced conditions that were in many ways similar to those Armenian civilians faced in Anatolia in 1915. Untold numbers of Moslems suffered horrific cruelty and died on their “Trek to the East” during the Balkan Wars. Yet, no one in the West speaks of the “Great Turkish Tragedy” of 1912-1913.

And as recently as 1992, when Armenian troops mutilated and killed defenseless Azeri (ethnic Turkish) civilians under the most inhumane conditions at Khojaly (Nagorno-Karabakh), no Western legislature passed any “resolution” on this travesty. Nor was there any notable outcry in the Western media.

Does the West feel comfortable about applying different standards of morality according to religion and ethnicity?

The question the Armenians should ask themselves is: why can’t they leave history behind and look forward to amicable relations with their historical adversaries? The events in question happened nearly a century ago, but the Armenians, in a sense, are still living in the past. They promote their smear campaign with a vengeance. Turks are prepared to face their history, as long as the Armenians face their own. Turks are prepared to let a joint commission of historians to study and judge the past, if the Armenians also wish the same.

Propaganda efforts that pander to religious and ethnic sympathies and one-sided resolutions in legislative bodies, however, will not resolve historical disputes. Openness and dialogue will.

Apart from Turkish citizens of Armenian origin, who enjoy full citizenship rights[20]10, there are roughly 100,000 undocumented Armenians living and working in Turkey. They are free to practice their faith. That says much about Turks’ tolerance, and their outlook on history. Most of these undocumented Armenians entered on a 90-day visa with no intention of leaving. Yet, one would be hard pressed to find a single Turkish family now living in Armenia where public flag-burnings of the Turkish Flag are regularly tolerated.

9. Part II – Appendix: Index of Misrepresentations of Fact

Contents

1. ABOUT THIS INDEX ……………………………………………………………………………………………………11

2. CONTINUED USE OF WARTIME PROPAGANDA AS HISTORICAL SOURCES ……………….12

2.1. MORGENTHAU’S STORY………………………………………………………………………………………..12

2.2. THE BLUE BOOK …………………………………………………………………………………………………13

3. INTENTIONAL OMISSION OF KEY PARTS OF THE STORY…………………………………………..14

3.1. THIS HISTORICAL CONTEXT……………………………………………………………………………………14

3.2. CIRCUMSTANCES ATTENDING THE RELOCATION …………………………………………………………14

3.3. THE DEADLY GAMBLE …………………………………………………………………………………………..15

4. CONTINUED USE OF ANCESTRAL WAR STORIES ………………………………………………………16

5. USE OF FALSIFIED DOCUMENTS………………………………………………………………………………..16

6. THE HITLER QUOTE……………………………………………………………………………………………………16

7. REPRESENTING THE ‘GENOCIDE’ LABEL AS “SETTLED HISTORY”…………………………….17

1. About this index

This “Index” is the second part of a two-part document outlining and analyzing the events of 1915 in Eastern Anatolia. In this Index we list some of the misrepresentations of Armenian Propagandists in the West regarding the events of 1915, including a corrective discussion.

2. Continued use of wartime propaganda as historical sources

Armenian Propagandists often cite two sources in particular: “Ambassador Morgenthau’s Story” and the British “Blue Book” prepared by the young graduate student Arnold Toynbee. To the uninformed layman, these documents have the appearance of reliable historical sources. But from the point of view of competent historians there are serious problems with these sources.

  • The most glaring problem with the continued use of these two sources is that it violates a fundamental principle of historical research: Single sources cannot be viewed out of the context of all primary documentation bearing on the subject. In other words, if overwhelming evidence from other known facts and documents throws one or two sources in doubt, the discrepancy must be reconciled. Both of these documents are known – on the testimony of the authors themselves – to have been intended as wartime propaganda to secure the entry of the U.S. into the war. This fact, by itself, does not necessarily impeach them, but when viewed in conjunction with all the remaining evidence, it becomes clear that they have little value as historical records and should instead be regarded primarily as wartime propaganda.
  • Those who have seen war first hand describe its cruelty, inhumanity and injustice. Almost any war, when viewed through the eyes of one side only, can look like a genocide. Both Morgenthau’s story and the British Blue Book are clear examples of one-sided documents. Reputable historians view them as having, at best, very limited value for understanding the events of 1915, but when presented to the uninitiated public they produce an extremely distorted and misleading picture of those events.

2.1. Morgenthau’s Story

U.S. Ambassador Henry Morgenthau had a habit of keeping a scrupulous record of his daily activities in writing. We have his diaries and extensive documentation of so many events of his daily life. His 1918 book, Ambassador Morgenthau’s Story, which originally appeared in monthly installments in what was then one of America’s best-known magazines, “The World’s Work” (circ. 120,000) reads like an adventure novel, and was such a sensation that not only did it play a major role in fostering public support for America’s entry into the war, but it even received a movie offer from Hollywood – which Morgenthau rejected at the urging of President Wilson. But when the “stories” in his book are checked against his diary and other personal records, the value of the work as a historical source is destroyed completely.

Furthermore, the book itself is characterized by a significant number of anti-Turkish clauses that are nothing less than racist – an element that was necessary for propaganda value. In the book Turks are portrayed as an inferior race, reflecting the evil spirit of Germany. One of the main themes of the book is a series of stories portraying the Central Government as having had a conspiracy to exterminate the Armenians. But even if we were to disregard the other obvious problems with

Morgenthau’s book, there are irreconcilable problems with these stories. For example:

  • Why is it that there are so many communications – still extant in the original – coming from this same government, warning that anyone who molested the deported Armenians or who failed to protect them adequately would be punished severely?
  • If the government had a conspiracy to exterminate the Armenians, why is there so much documentation showing that this same government punished, and even executed in many cases, persons whom it considered guilty of massacring innocent Armenians?
  • If the government wanted to exterminate the Armenians, why did it offer them Autonomy in August 1914, in Erzurum- an offer which they promptly rejected?

Blatant Armenian accusations contained in Morgenthau’s book are rebuffed by his successor, Admiral Mark Bristol, who served as the Commander of the U.S. Naval Detachment in Turkish waters and as the U.S. High Commissioner to Turkey during the years 1919-1927. Based on his first-hand observations in the area, Bristol called the false Armenian reports circulating in the United States an “outrage.” His writings are contained in “Bristol Letters” in the Library of Congress. “Genocide” proponents conveniently ignore or avoid any reference to Bristol’s writings.

In 1990 Professor Heath Lowry of Princeton University characterized Ambassador Morgenthau’s Story as a record of “crude half-truths and outright falsehoods.”

In summary, Morgenthau’s diary is generally regarded as an interesting historical source by both sides, but the diary clearly exposes his book as a propaganda piece.

2.2. The Blue Book

A second source that is continually used by Armenian Propagandists is the British Blue Book, published in 1916 mostly through the efforts of Arnold Toynbee, who was at the time a graduate student. Abundant evidence exists to show that the intention of the British Government in producing the Blue Book was to bring about the entry of the U.S. into the war; not to deliver a comprehensive portrayal of what was happening in Eastern Anatolia at the time. Again, by itself, this fact does not necessarily impeach the work. However, there are several problems with the use

of this document as a historical source authenticating the label of “genocide”:

  • Contrary to the assertions of Armenian Propagandists, the Blue Book contains no evidence proving that the Turkish government was responsible for the massacres[21] described therein. The atmosphere of near-anarchy and local animosity stemming from the depravity of the Armenian Revolutionaries would in any case tend to militate against such a conclusion.
  • Contrary to the assurances of co-Author Lord Bryce, that most of the stories in the Blue book came from “eye-witnesses” most of the evidence presented in the work is hearsay evidence, not first-hand.
  • Five years after compiling it, Toynbee would visit Turkey, report his deep shock at the instances of cruelty and barbarity he saw perpetrated by Greeks against Moslem Turks in Western Anatolia, and then later reveal that he had – all along- been ignorant of Armenian provocation in Eastern Anatolia[22].

3. Intentional omission of key parts of the story

3.1. This historical context

The Relocation of the Armenians -the event that marked such great suffering and loss of lifeoccurred in 1915. 1908 was the year of the “Young Turks” revolution. As a result of this revolution, there was a breakdown of law and order in many parts of Anatolia. Later, in 1914, when World War I broke out, the situation became much more urgent. Then in March of 1915, a massive Anglo-French naval attack force consisting of 18 battleships attacked at the Dardannelles straits at Gallipoli hoping to push through to Constantinople. By this time most Turkish able-bodied men were being called to defend the country from overwhelming invasion[23]. The Allied battleships penetrated partially up the straits to the massive Turkish cannons defending the channel at Çhanakkale unaware that the Turkish cannons raining fire down on them were almost out of ammunition. At a critical point in the battle, the damage to Anglo-French ships from the cannon fire and from mines laid by the Turkish minelayer Nusrat caused the remaining battleships to abandon the naval project completely. This critical turning point occurred on March 18th 1915 – a day that occupies a special rank on the Turkish calendar to the present time.

But though they celebrated their victory, the Turkish generals knew it wasn’t over yet. The French and British, who would soon be joined by forces from far away Australia and New Zealand (“ANZACS”), were abandoning the naval effort only to regroup for a massive land invasion at Gallipoli. Conditions for the Turks had now became so desperate that not only able-bodied men but even policemen were called to the western front to defend the country as Turks would soon be dying by the thousands in a conflict of apocalyptic proportions at Gallipoli. This added to the breakdown of law and order and brought Eastern Anatolia to a near-anarchic condition.

By this time Armenian Revolutionary activity – complete with internal attacks on non-combatant civilians – had been going on not for years but for decades. They had openly recruited Armenian men in the country to side with “Holy Russia,” the hereditary enemy of the Ottomans. They had felt so confident of Allied help that they had decided to risk everything and refuse to help the war efforts of their country – even the best Armenian primary sources admit this.

It was in this desperate atmosphere that the Central Government decided on the Relocation Order, which had such dire consequences. A mere five weeks separates the crucial Naval conflict of March 18, 1915 from the relocation order of April 24th 1915. The massive Allied land invasion of the Gallipoli Peninsula occurred the very next day on April 25th 1915.

3.2. Circumstances attending the relocation

Extensive documentary evidence is still extant showing that the Central Turkish Government not only sent out messages warning that the relocated Armenians were to be protected, but later carried

through on threats to punish – even with execution- responsible parties who were negligent in their duty to protect the Armenians on their journey. Contrary to claims of Armenian Propagandists who omit all this important information from the story, this relocation order did not amount to a death sentence for the Armenians. It was a desperate, last-ditch effort to solve a seemingly impossible problem precipitated by the Armenian Revolutionaries, and the meddling of the “Great Powers” in the internal affairs of the crumbling Ottoman Empire. Although there were many deaths in this relocation:

  • Many Armenians survived in their new location or emigrated to various locations.
  • Many returned after a law was passed ending the relocation.
  • Food was scarce, and non-Armenians (Turks especially) were dying of starvation everywhere.
  • Many of the deaths resulted from an atmosphere of anarchy; outlaws roamed the countryside with impunity.

Finally, the intent here is not to absolve the 1915 Central Turkish Leadership from all blame, but to show that use of the “genocide” label in this case is not only wholly unjustified, but in general deliberately deceitful.

3.3. The deadly gamble

Dr G. Pasdermadjian – who styled himself “Armen Garo” (Armenian Hero) had been a deputy in the Ottoman Parliament before defecting to the Armenian Revolutionary cause. After the war he wrote a pamphlet entitled “Why Armenia should be Free” demanding that the western powers make good on their promise to cede an independent nation-state to the Armenians. In this pamphlet he reveals the full motivation of the Armenian decision to revolt and side with Czarist Russia against their own Turkish government at the hour of great peril. He argues vehemently that if the Armenians had not sided with Russia, the massacres of the Armenians would never have taken place:

“Had they bound their fate in 1914 to the Turco-German cause …those frightful Armenian massacres would not have taken place. On the contrary, the Turks and the Germans would have tried to win the sympathy of the Armenians in every possible way until the end of the War.” (Pasdermadjian p. 43)

He goes on to explain that the Armenian Revolutionaries knew full well of the dangers to which their people were being exposed by their national ambitions but they decided to take this calculated risk in their blind determination to establish an independent nation-state.

“Each and every one of them had a terrible presentiment of the terrible responsibility they assumed. …It was as clear as day to the Armenians that a Germano-Turkish victory could never satisfy their national aspirations. The most that those nations would have done for us would have been to grant nominal rights to the Armenia of their own choice. But it was very plain to us also that we should not have suffered such frightful human losses had we not sided with the Allies. We consciously chose this last alternative, namely: we tied our fate to the allied victory; we exposed our very existence to danger in order to realize the complete fulfillment of our national  ambition, that is, to see the re-establishment of the United Historic Independent Armenia.” (Pasdermadjian p. 43-44)

The Turkish people of today, generally, are not happy about the result of this grave miscalculation on the part of the 1914 Armenian Revolutionary leaders. No one can turn back the clock on the terrible events of 1915 and rationalizing the wrongs committed by either side will only delay the healing process. The narrative must be told as it happened, not as we wish it had happened.

4. Continued use of ancestral war stories

Armenian Propagandists make continued use of stories of the deaths of their ancestors, many of whom died in truly deplorable circumstances. The stories are repeatedly told in conjunction with Armenian attempts to have the events of 1915 labeled a “genocide.” What can one say when confronted with these stories, many of which are undoubtedly true? On the one hand, one does not wish to show disrespect for these individuals or negate the seriousness of the situations. However, there are several serious problems with this continued use of these ancestral war-stories:

  • Many Moslem Turkish civilians died at the hands of Armenian Revolutionaries under circumstances that were as bad -and often worse- than the circumstances under which the Armenian deaths occurred. The Turks are only too well aware of these stories because their families were affected for generations. However, the Armenians make it quite clear that it is the life of a Christian Armenian that should count. And stories of the tragic deaths of so many Moslem Turks are tightly suppressed by the Armenians.
  • The implication of innocence is clear in the telling of these stories by the Armenians. It is true that many of the dead were non-combatant civilians, but it is also true that the whole episode was precipitated by the actions of Armenian Revolutionaries who brutally massacred Moslem Turks in a widespread campaign to establish a “Western Armenia” and “take back” lands that they regarded as hereditarily theirs – lands in which they constituted a very small minority.

5. Use of falsified documents

One of the most common “proofs” used by Armenian activists in support of their claim of “genocide” is a book known as The Memoirs of Naim Bey. This book is represented as proof that the Ottoman Government deliberately exterminated the Armenian population of Anatolia. The source of the book was a certain Armenian man named Aram Andonian who translated it into Armenian. He claimed that he came into the possession of official Ottoman documents, telegrams and decrees, many of which were supposedly signed by Ottoman Interior Minister Talat Pasha.

Briefly, the list of authentication problems with this Book, and with Andonian’s story of how he came into possession of the “documents” contained therein, is very long. And so is the list of reputable historians – specialists in this field- who reject them outright as forgeries. Even the British authorities charged with prosecuting Ottoman rulers after the First World War during the Malta Tribunal refused to use them. But the Armenian Propagandists continue to pass them off on an unsuspecting public as authentic proof of a program to exterminate the Armenians. See these websites for critical discussion of this forged work:

6. The Hitler Quote

Armenian activists often claim that Hitler said that he could get away with exterminating European Jewry because no one “remembers today the extermination of the Armenians.” This “statement”

appears (in more or less these words) in the leaflets handed out by groups of demonstrating young Armenians, on the cover of books, and in articles written by Armenian authors. Furthermore, the “statement” is on display at the Holocaust Museum in Washington D.C., where millions of visitors

every year read it, leading many vistors to believe that Hitler felt confident he could exterminate the Jews because the Ottomans had been successful with Armenians.

There is just one problem with the quote: Hitler never said it (Lowry, Heath, “The U.S. Congress and Adolf Hitler on the Armenians.” Institute of Turkish Studies, Inc. Washington, D.C. Political Communication and Persuasion, Volume 3, Number 2 (1985)). Armenian activists have him saying it in a meeting with his German General staff. This was, they claim, brought to light in the Nuremberg trials. The problem is that actual transcripts of this meeting, (Hitler’s speeches and recollections of leading Nazis accepted as authentic by the Nuremberg court) do not contain any such attribution to Armenians; they only have him calling them “unreliable” and “dangerous.” Instead, the quote was taken from a book, written in 1942, by someone who was never able to authenticate his claim. It was later reproduced in an article by an unnamed writer for Times of London on Saturday, November 24, 1945, but it was most definitely not used by the Nuremberg prosecutors. In short; Hitler never said it, yet Armenians continue using it to back up their case against the Turks.

7. Representing the ‘genocide’ label as “settled history”

Armenian Propagandists often argue that the “genocide” label for the 1915 events is “settled” history, and that no one really disputes it anymore. There are two fundamental problems with this argument:

  • It is patently false. There is a long list of highly reputable and qualified historians and intellectuals who reject the “genocide” label for the 1915 events (see below).
  • The Armenian propagandists and the “Genocide Scholar” movement have a long, wellestablished history of launching viscous personal attacks on any historian who disagrees with their interpretation of the 1915 events.

Partial list of non-Turkish historians and intellectuals who do not subscribe to “genocide” characterization include: Bernard Lewis, Heath Lowry and Norman Itzkowitz of Princeton University, Stanford Shaw, formerly of University of California, Justin McCarthy of Louisville University, Guenter Lewy and Brian Williams of Massachusetts University, David Fromkin of Boston University, Avigdor Levy of Brandeis University, Michael Gunter of Tennessee Tech University, Pierre Oberling of Hunter College, City University of New York, Roderic Davidson, formerly of George Washington University, William Batkay of Montclair State University, Edwin A. Grosvenor of Amherst College, J.C. Hurwitz, formerly of Columbia University, Michael Radu of Foreign Policy Research Institute, Dankwart Rostow, formerly of Council on Foreign Relations, military historians Edward J. Erickson and Gwynne Dyer, Gilles Veinstein of College de France, Paul Dumont of Strasbourg University, Robert Mantran (RIP), formerly of Aix-Marseille University, Stefano Trinchese of Chieti University, Augusto Sinagra of Roma-Sapienza University, Eberhard Jäckel, formerly of Stuttgart University, Jeremy Salt of Melbourne University, Norman Stone of Bilkent University, authors Erich Fiegl (deceased) and Andrew Mango, and Judge Samuel Weems (deceased).

The End


[1] [*lobby=camarilla de cabilderos]

[2] “Armenian Secret Army for the Liberation of Armenia (El ejército secreto por la liberación de Armenia )”

[3] “Justice Commandos against Armenian Genocide (Los comandos de la justicia contra el genocidio armenio)”

[4] Este documento está disponible en:

[5] Armenian National Committee of America [Nacional Comité Armenio de (Notre)América]

[6] Este documento es obtenible en:

[7] Sería difícil encontrar un paralelo en la historia mundial para un acto tan atrevido y tan evidente de la traisión. Aunque el Estado Otomano se encontraba en un estado de avanzada inestabilidad en aquel tiempo, los armenios eran todavía no sólo súbditos otomanos, sino sus líderes tenían altos rangos dentro del mismo Estado Otomano.

[8] La primera ‘República Armenia’ a la que aquí se ha referido ha sido existente solamente por un poco tiempo como un poco más de dos años. Se había formado tras la revolución rusa (bolchevique) sobre el territorio, que antes había sido una provincia de Rusia Zarista de la ‘Armenia Oriental’.  En 1920 el Ejército Soviético Roja ha entrado en Yereván, effectivamente terminando el auto-mando armenio.

[9] Este documento está titulado “Dashnagtzoutiun no tiene nada más que hacer – El manifiesto de Hovhannes Kachaznouni, el primer Primer Ministro de la independiente República Armenia.” Una traduccion de al dia al Ingles ha sido publicado en 2006 en Estambul.

[10] See “The Armenian Question before the Peace Conference,” Feb. 12, 1919

[11] “Armenian Secret Army for the Liberation of Armenia”

[12] “Justice Commandos Against Armenian Genocide”

[13] This document is available at:

[14] It would be difficult tofind a parallel in the history of the world for such a bold and openly reckless act of treason. Although the Ottoman state was in an advanced state of instability at this time the Armenians were still not only Ottoman subjects but their leaders were holding high ranks in the Ottoman state.

[15] The first “Republic of Armenia” here referred-to existed for only a brief period of just over two years. It was formed after the Russian (or “Bolshevik”) revolution on the territory which had formerly been the Czarist Russian province of “Eastern Armenia.” In 1920 the Soviet Red Army entered Yerevan, effectively ending the Armenian self-rule.

[16] This document is entitled “Dashnagtzoutiun has nothing to do anymore – The Manifesto of Hovhannes Kachaznouni First Prime Minister of the independent Armenian Republic.” An updated English translation was published in 2006 in Istanbul.

[17] See “The Armenian Question before the Peace Conference,” Feb. 12, 1919

[18] See K.S. Papazian, “Patriotism Perverted,” p. 15-18 for a comprehensive discussion of the terrorization of the wealthy Armenians for the purpose of extorting funds. He includes the names of the victims and some of the perpetrators – complete with sources of authority.

[19] For insight into the depth of this childhood indoctrination see the 2006 Readers Digest Article “My Journey from Hate to Hope” by Line Abrahamian available at:

[20] It is significant to note that these Turkish Armenians are extremely disturbed by the political and social pressures brought to bear on them by the Diaspora Armenians whose views they often do not share, and whose tactics they reject.

[21] For an excellent discussion of the problems with use of the Blue Book, see p. 137-139, Guenter Lewy, “The Armenian Massacres in Ottoman Turkey. A Disputed Genocide,Salt Lake City, University of Utah Press, 2005.

[22] This confession appears on p. 276 of Toynbee’s 1922 work, “The Western Question in Greece and Turkey.”

[23] The British War Council had ordered the attack in response to a request by Czarist Russian Government to draw the Turkish forces away from the front in the Caucasus where the battle was intense in the cold December winter of 1914. Armenian Revolutionaries had been lending great assistance to the Russians in the Caucasus and just a few weeks earlier,on November 5th 1914, on the occasion of a formal visit by the Russian Czar Nicolas II, the president of the Armenian National Bureau in Tblisi had proudly declared to the Czar “From all countries Armenians are hurrying to

enter the ranks for the glorious Russian Army, with their blood to serve the victory of Russian Arms …let the Russian flag wave freely over the Dardanelles…”. This was just a few months before the relocation.


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